lunes, 29 de marzo de 2010

hey!

Que lo que no te mata te fortalece y yo me voy a comer al mundo.

domingo, 28 de marzo de 2010

ups

El primer domingo que almuerzo ravioles y voy al cine y sin embargo...
(Cuando salí, unas mujeres me preguntaron que me había parecido la película, y el final. Después nos quedamos hablando y pensaban que tenía pinta de "estudiante de cine". En la salida me encontré a un profesor de la facultad, pero este me cae bien. En la parada de colectivo, había un perro triste. Al perro triste lo acaricié hasta que vino el colectivo. En el colectivo, estaban pasando la noventa y siete uno. En casa, lo primero es el mate.)

muerte, chocolatada y muerte

Que desesperante la certeza, hubo tanta incertidumbre, de pronto una leve sospecha, y luego la muerte. Muerte como un cuchillo en la espalda, lentamente fue escuchando las voces que se alzaban y entonces lo comprendió, lo comprendió todo. Muerte. Muerte cuchillo muerte. Una tristeza infinita mientras todos reían, tristeza insuperable y ahora lo peor, esa certeza destructora y ahora ya nada sería igual. Porque junto con el cuchillo (muerte), habían muerto los pequeños instantes que hacían que todo valiera la pena.
Muerte.

lunes, 22 de marzo de 2010

not here anymore.

Y qué hacer ahora con esa desazón, ese desasosiego, era certeza enfermiza e incurable de saber que hoy no estás, la incertidumbre - la que no me alimenta - de no saber si volverás, o qué. Qué. Por qué me siento tan sola de pronto, cómo es que soy la única que lamenta tu ausencia, soledad en el sentimiento por ende. Soledad en el no poder compartir, el habla, los momentos, la quietud de dos que no es uno, dos que es un número par, mi número par quedó marchito y ni un colectivo puede ayudarme ya, pues lo que busco no es un pedazo, porque son dos, dos que no es uno, y no uno que es dos, nunca uno que es dos.
Recuerdo una noche invernal, de esas en las que te pedía un pulover y jugaba a ser un hombre, modificaba mi peinado, mi postura, venía de un círculo asfixiante en el que otro tipo de incertidumbre me consumía (la que justamente me daba vida), y las palabras abrían ese círculo sin siquiera tocarlo, era genial.
Y qué hacer ahora, que hacer hoy, qué hacer mañana, en la espera cotidiana de cinco minutos y el cigarrillo, cinco minutos solamente pero me gustan tanto, y ahora tienen ese sabor amargo, sabor amargo de que no estás, la incertidumbre de no saber qué pasará.

Café de diario

Pero a Sabrina sólo podría verla en sueños. Continuaría con mi rutina de todos los días, y mientras, buscandola con la vista en todas las calles, en todos los cafés por los que pasara, en el cine, en la plaza, en el mar. Pero sólo podría verla en sueños. Porque habría desaparecido ya, lejos mío, no me miraba, y sin mirarme me asesinaba, o tal vez justamente me daba fuerza, voluntad, terrible pero real voluntad de seguir buscandola, enfermizo círculo, buscandola en su mirada, la buscaría en el café, yo tomando café, ella sin mirarme. No la encontraría. 
Llegaría un día, supongo, en que dejaría de buscarla. No estoy seguro, pero pareciera ser que los "y así ocurrió hasta el resto de sus días", sólo son ciertos en los libros y las películas. Y la experiencia empírica me había demostrado lo mismo, años atrás, parecido pero diferente, tan lejano ahora.
Oh Sabrina, vuelve a acomodarme la corbata, Sabrina, ahora comprendo tu dolor, vuelve a acomodarme la corbata en la puerta, sucios, escondiendo las pruebas del delito.

sábado, 20 de marzo de 2010

jueves, 18 de marzo de 2010

Mejor

Me producen muchísima curiosidad las personas que parecen no tener nada que esconder... Algo siempre esconden.

domingo, 14 de marzo de 2010

cuak cuak cuak

A mí si me gustan los domingos, sobre todo si hace frío, el almuerzo son ravioles y voy al cine.
Que lindo, frío.

jueves, 11 de marzo de 2010

duele

hasta los huesos.

Diario de café

El correo a veces no funciona. La carta había llegado tarde, para ser más preciso, tres meses tarde. Mientras me acomodaba la corbata en el espejo, no podía dejar de pensar en qué hubiera ocurrido de haber leído el mensaje a tiempo. No podía dejar de pensar en lo diferente que hubiera sido todo. Y me repetía a mi mismo una y otra vez que había que mirar para adelante, no importa que la carta se haya demorado en el correo, no importa que la carta se haya demorado en el correo...
Lo cierto es que si la carta no se hubiese demorado en el correo, yo hubiera sido mucho más contemplativo. Habría entendido el dolor de Sabrina cuando me citó en el café, la habría tomado de la mano y le habría preguntado cómo estaba, mientras le ofrecía cigarrillos y me preparaba para invitarle el café. Un cortado, siempre pedía lo mismo. Un cortado en jarrito. Y yo que no supe comprender su dolor, actué tan insensiblemente.
Y ahora era tarde. Pero nunca es tarde, intentaba repetirme, una vez acomodada la corbata. En breve Sabrina volvería a citarme en el café, y yo le diría que ahora lo comprendía, ahora comprendía todo. Quería hacerle entender que no estaba sola, que yo iba a estar ahí para lo que ella necesitara, pero no sabía cómo. Nunca me fue fácil eso de hablar o de demostrar cariño. Me había inventado un personaje de mí mismo que no era yo mismo, no realmente, y ahora no sabía como escapar.
Oh Sabrina, se que volveré a verte pronto, Sabrina, y tengo tanto miedo, pero tengo que ser fuerte.

Ayer la embarré, con barro de todos los colores posibles, la embarré y luego no sabía que hacer. Hoy la respuesta llegó a mi a primera hora de la mañana, no está mal pedir disculpas. Pedir disculpas mientras me saco la corbata y siento una enorme liberación. Porque lo cierto es que no me gusta usar corbata.

jueves, 4 de marzo de 2010

la calle es un río

Todo parecía indicar que finalmente había llegado mi turno. Aquello de lo que todos hablaban, lo que los libros contaban, las canciones expresaban, transimitían.. Lo desconocía realmente y sólo podía reírme, me reía a carcajadas y me burlaba un poco también, ¡que poca voluntad propia! ¡qué poca fortaleza! Creer que necesitás algo, que realmente lo necesitás, prefiero pensar que uno no actúa por necesidad (dejando de lado las necesidades corporales, comer, etc) sino por voluntad. Decían que era el corazón y no la razón. Y volvía a reírme. ¿Cómo una parte de vos puede ser más fuerte que otra parte de vos? ¿Cómo podés no controlar, realmente?.. Me reía y en el fondo sabía, siempre supe, que mi risa escondía algo.
Llegó mi turno y lo viví, contenta, caminando bajo la lluvia (justamente no las del invierno). Mas rápidamente lo dejé ir, lo dejé ir todo. Más bien: lo destruí, lo destruí a golpes, a martillazos, a patadas ninja, con violencia física y violencia emocional, lo destruí con un odio y un rencor que no sé muy bien de donde salieron, me urgía asesinarlo. De pronto había quedado muerto..., y como todos los asesinos, yo quedé como la mala de la película. ¿Y todo porqué? Descubrí que aquello no era lo mío, aquello que pensaba que no era lo mío, se me apareció de pronto y me dijo claramente: "así es amiga, no soy lo tuyo".
Igual... Tampoco estoy tan segura. Lo dejé todo, en realidad (pero esto es un secreto de los árboles) por un encantamiento. Cualquiera diría que es un capricho. No, no es un capricho. Es un secreto que creo tener tan bien guardado, que a veces me da miedo de que explote. No quiero que explote y no lo voy a dejar, porque eso significaría exponerme de una manera tan terrible, tan atroz, exponerme aún más de lo que me estoy exponiendo ahora, perder toda intimidad posible, quedar al desamparo, convertirme en un mounstro gris... Arruinar, arruinar todo.

En el medio descubro nuevas cosas. Cosas de las que quizás no todos hablan, pocas canciones manifiestan, la batalla entre los libros está dudosa. Cosas que se sienten de pronto como lo más genuino, lo más espontáneo. Lo que mi voluntad realmente quiere.
Sólo que mi voluntad también quiere otras cosas. Y ahí entra todo el desesperante enrollo de nuevo. Ya no sé, no sé que más hacer, qué decir, que no decir, cómo actuar, qué es lo mejor, qué no conviene, cómo hacer que un día no explote todo. Entonces miro la lluvia, la calle, que se inunda, y es un río que se vuelve a llevar todo, todo se lo lleva, y yo me siento y escribo, la mierda que sea, pero la escribo. Pienso entonces que mientras escriba, mientras no me quiten un papel, una lapicera, no voy a desesperar, voy a encontrar la paciencia que necesito, la sonrisa calma, seguir cantando.