miércoles, 30 de junio de 2010

el secreto de..


Ella comenzó a llorar sólo después de que se fuera el tren.
Solo cuando él ya no podía verla.

domingo, 27 de junio de 2010

por cierto,

cada vez que vuelvo a pensar como escribo, me pongo tan contenta, aunque no sonría de hecho.

ahora sí tengo sueño

Ayer fue el mate, hoy el té, a veces café (cigarrillos). Al amanecer (oscuro el amanecer) no quiso salir de la burbuja, atormentado por los fantasmas del futuro inmediato, y los del pasado también. Los fantasmas del futuro, bueno, pueden asesinarse, en práctica, pero los del pasado son terribles. No lo dejan en paz ni un momento. Todo cambiar, todo de nuevo, todo o nada... Tomando coraje logró salir de la burbuja, con una tarea autoimpuesta que nadie pareció reconocerle (no importa eso, pero es que de vez en cuando viene bien). A lo largo del día hubo altos y bajos. Sí, no, sí, no, no sé, tal vez, puede ser, ya fue, no importa, sí, no, no, no, sí, bueno no. Porque cuando ya comienza a oír ruidos que no son, y a ver sombras que tampoco, es mejor irse a dormir ((mañana es mejor)).

viernes, 25 de junio de 2010

recuerdos del futuro .


La historia sólo existía en su cabeza. Nadie más lo sabía, nunca, nadie, de hecho, lo iba a saber. Quizás incluso porque era todo un invento. Un invento producto de una noche, una como tantas otras, podría haber sido, pero no. Lo que nunca olvidaría sería ese sueño, el sueño de la noche anterior le había contado que algo había cambiado. Plumita, sábana, fiesta, sueño, ¿qué pasa aquí? No te gusta, no te agrada, querés tu plumita y quedarte tranquila ya. Pero el sueño había hablado. No le había dado importancia, y sin embargo sucedió. Luego de eso ya nada era lo mismo. Las actividades que antes realizaba con tanta soltura, tan despreocupada, comenzaron a ser el eje principal en su vida, ahora sólo vivía para buscar ciertos momentos. Era tan feliz y tan triste luego. Tan feliz y tan triste luego.
Comenzó a creer que debería olvidarlo, entonces. Ya no valía la pena. Destruir la historia que había construido en su mente, convenciendose en teoría (pero no es práctica, ésta era la parte complicada), de que todo había sido producto de su imaginación. Las circusntancias la ayudaron, por una o dos semanas, sintió la levedad, el alivio de la levedad de la desaparición de la historia. 
No duró mucho. Volvió a ocurrir. Lugares insólitos, noches que nada dicen, miradas tímidas, y cada uno en sus pensamientos. Pero los cuerpos hablan, también. Listo. Destruir todo y quedarse con la historia.
(No te gusta, no te agrada, de momento, todo lo que no tenga que ver con la historia). La historia. La historia... ¡Y volvió a ocurrir! Que felicidad, se lo contabas a tu plumita, entre las sábanas. Era muy feliz, muy feliz, la historia no existía sólo en su cabeza, y sin embargo... Sabía que algo no estaba bien. La historia la estaba creando ella. ¿Cómo se dibujan las casualidades? ¿Y la última vez? Recordaría siempre la última vez, nunca podría saber si había sido casualidad, o no. No sé si importa, para el caso, tampoco.
Poco a poco plumita, volvés a la plumita. Pues volviste a sentir en carne propia la emoción de la incertidumbre, esa alegría, ese secreto y sonreír. No importa que sea poco tiempo, hace que todo todo todo valga la pena. Es un poco masoquismo, en realidad. Pero eras tan feliz. Yo te apoyo, plumita, es que no quiero que sufras. La historia no es todo, la historia puede terminar con vos. 
Plumita... Ya no hay más sábanas plumita...

jueves, 24 de junio de 2010

tun tun tun tun..

te permití destruir la pluma, por última vez.
por última vez te habrás deslizado sobre las sábanas
sin tocar la pluma.

las sábanas están bien, pero primero es la pluma.
la abandonaste, sin saberlo, la dejaste ir
sin saber que no es tarde aún
para recuperarla.. no la dejes ir, es como
destruirte un poco
(tal vez del todo)
a vos también.

viento helado.

Ya casi no lo veo. No lo pienso. A veces lo veo de lejos. Hace unas semanas me habló. Le respondí. No pude seguir con la cotidianeidad de mis planes. Hoy lo mismo. A veces lloro. A veces disimulo. A veces escondo la cara. Quizás es por eso que no escribo, para negarlo, negarlo todo, sin darme cuenta de que entonces estoy actuando como un conejo enjaulado. Son cosas que pasan, tomar un vino y sonreír. Luego la soledad. El cigarrillo termina de destruir. Destruir, destrucción. Pero son momentos. Al final, siempre vuelve a amanecer. Siempre volvemos a levantarnos. Tengo que volver a mirarte a la cara, y se que un día ya no importará, no importará nada. Mientras tanto, no todo está tan mal. Mientras haya gente, mientras los pájaros canten, el mate esté caliente en invierno, no todo está tan mal ahora y la música...