jueves, 20 de octubre de 2011

lejos de casa

1. Escucho conversaciones de mujeres cincuentonas, flacas, rubias, mantenidas por sus maridos como si todavía viviéramos hace cincuenta años, que hablan de piquetes en la vía y se ríen de sus desgracias burguesas. Acá al lado también hay una pareja careta (o al menos tienen pinta de ser una pareja careta, bueno) que toma café, y la mina se hace la linda. Es impresionante como se hace la linda, porque de hecho tiene una carita preciosa, pero sigue haciendose la linda, no sé, como si se le fuera la vida en ello. Entré al café porque era mucho lo que llovía, y siempre me termino enfermando, hoy no podía enfermarme. Pedí un café negro porque era lo más barato.

2. Iba a escribirte una carta. En vez de eso, utilizo una hoja ya escrita, para no caer en la tentación de arrancarla y dartela otro día, cuando tomemos mate, o té. Acá al lado de la plaza hay una escuela, de vez en cuando se escucha el timbre y los gritos de los chicos jugar. Perdí la noción del tiempo, no recuerdo ya hace cuánto tiempo estoy sentada en este banco. Hoy ví cosas que hacía tiempo no veía, y pienso cómo podemos olvidarnos de abrir lo ojos (parece que va a empezar a llover de nuevo, caen algunas gotas). Vi dos palomas muertas. Veo a la gente pasar y todos parecen tan tranquilos, los autos me dejan pasar cuando quiero cruzar la calle. Los pueblos tienen algo que parecen todos iguales, demasiado calor en verano, las calles anchas a las que no estoy acostumbrada. Me hice amiga de un perro. Tengo un poco de frío y vuelve a sonar el timbre de la escuela, parece que ahora va a empezar a llover en serio.  

1 comentario:

vientos de cambio dijo...

haciendo girar una taza vacía

me hizo extrañamente bien