jueves, 22 de diciembre de 2011

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Últimamente y desde hace un tiempo, que no es lo mismo aunque parezca que sí, sentarme en el sillón a las dos de la madrugada, tomar té con limón, acariciar a la gata y ponerme a escribir largas cartas al viento, al otoño que algún día volverá - al mar -.

lunes, 19 de diciembre de 2011

pintar otra vez esta habitación

Hoy salí al almacén a comprar zapallitos para hacer una tarta, sucia, y en pijama. Pensé ojalá no me encuentre a nadie, es que la otra vez me encontré a un chico que hubiera sido mejor no encontrármelo. Me pidió mi número de celular y se lo dí, hubiera sido mejor darle un número de mentira, para qué, si igual nunca le iba a contestar los mensajes ni atender sus llamados. Tuve la sensación de que cada vez que salgo a comprar zapallitos voy en pijama, o de que cada vez que estoy sucia y en pijama tengo ganas de comer tarta de zapallitos.
Hace un rato leí declaraciones públicas de un ex-algo hacia una chica, y me reí porque le decía lo mismo que a mi. No, no quiero decir esas cosas que dice todo el mundo, no hablo de chamuyos fáciles. Si no de enrosques, pero siempre con las mismas palabras, los mismos conceptos, como si sintiera lo mismo. No puso copiar y pegar, su necesidad tan grande de tener a alguien a quien amar hace que siempre siempre sea un copiar y pegar. Ojalá esta flaca le corresponda en eso de tener necesidad de amar a alguien y caminar juntos de la mano, porque yo nunca la tuve. 
La noche venía bien, de pronto tuvo olor a melancolía, melancolía de qué, que mierda estoy haciendo. Ahora quiero escribir. No sé que quiero escribir, cualquier cosa, no importa, estoy cómoda acá y la gata se franelea contra mis pies. Las canciones que escuchaba hasta hace un rato ahora me dicen algo distinto. No puedo dejarlo salir. Tengo ganas de tomar mates largos. No tengo ganas de ir mañana a trabajar. 

miércoles, 7 de diciembre de 2011

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a veces creo que recién ayer
te diste cuenta de que tengo
ojos

miércoles, 30 de noviembre de 2011

´´´´

Hace meses que tengo que instalarle el antivirus a la computadora y nunca lo hago. Se me acumulan las notas sobre el escritorio, los mensajes que marco como no leídos para recordar que tengo que contestar, y las fotocopias que quizás nunca vaya a tocar. Hace semanas que intento terminar de leer una novela pero no me sale. No me gusta mucho, no es tan buena, pero ahora quiero saber cómo termina. Hoy llovió: había olor a tierra mojada, el trabajo estuvo tranquilo, me escapé a fumar puchitos con la vecina. A la vuelta me subí en la bici y algo me hizo pensar en Marcos. En casa, me puse el pijama, hice nuevas anotaciones que no sirven para nada y tomé un té (esta noche como que sí tengo muchas ganas de leer, quizás hoy sepa cómo termina la novela).

jueves, 20 de octubre de 2011

lejos de casa

1. Escucho conversaciones de mujeres cincuentonas, flacas, rubias, mantenidas por sus maridos como si todavía viviéramos hace cincuenta años, que hablan de piquetes en la vía y se ríen de sus desgracias burguesas. Acá al lado también hay una pareja careta (o al menos tienen pinta de ser una pareja careta, bueno) que toma café, y la mina se hace la linda. Es impresionante como se hace la linda, porque de hecho tiene una carita preciosa, pero sigue haciendose la linda, no sé, como si se le fuera la vida en ello. Entré al café porque era mucho lo que llovía, y siempre me termino enfermando, hoy no podía enfermarme. Pedí un café negro porque era lo más barato.

2. Iba a escribirte una carta. En vez de eso, utilizo una hoja ya escrita, para no caer en la tentación de arrancarla y dartela otro día, cuando tomemos mate, o té. Acá al lado de la plaza hay una escuela, de vez en cuando se escucha el timbre y los gritos de los chicos jugar. Perdí la noción del tiempo, no recuerdo ya hace cuánto tiempo estoy sentada en este banco. Hoy ví cosas que hacía tiempo no veía, y pienso cómo podemos olvidarnos de abrir lo ojos (parece que va a empezar a llover de nuevo, caen algunas gotas). Vi dos palomas muertas. Veo a la gente pasar y todos parecen tan tranquilos, los autos me dejan pasar cuando quiero cruzar la calle. Los pueblos tienen algo que parecen todos iguales, demasiado calor en verano, las calles anchas a las que no estoy acostumbrada. Me hice amiga de un perro. Tengo un poco de frío y vuelve a sonar el timbre de la escuela, parece que ahora va a empezar a llover en serio.  

miércoles, 5 de octubre de 2011

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escuchando blues
y acomodando ropa, ordenando el caos que dejé ayer
sobre el escritorio con tazas, yerba y libros con polvo.

me pinto las uñas porque
estoy acostumbrada a que sean azules y
mi vieja amiga, mañana o pasado,
lo va a notar

no te quedes con lo último, con mi voz temblorosa
porque antes de eso
tomamos mate y te conté una anécdota
de esas para indignarse un rato
de la gente que es una mierda

irse siempre cuesta porque dejamos cosas
y nos perdemos otras
pero una vez que estás lejos
ya no querés volver

y eso siempre fue así
lo que escribo no es lindo
pero dan tantas ganas de hacerlo

sábado, 1 de octubre de 2011

quizás mañana

Algún día me gustaría

que me cuentes todas esas cosas que pasaron, pero que no nos animamos a hablar, pareciera. Me gustaría que me cuentes cómo fue cuando estuviste en la situación en la que, creo, yo estoy ahora.
Algún día, también, me gustaría pasar largas horas haciendo lo que a veces hacemos, algún día, me gustaría pasar largas horas haciendo lo que muchas veces hacemos, largas horas.

Algún día, me gustaría olvidarte, y que me olvides, y a la vez por siempre recordar. Algún día me gustaría que tu recuerdo no se me hiciera presente, una y otra vez, en las madrugadas, en el medio de una lectura que no tiene nada que ver.

Algún día me gustaría, en realidad, no sentir necesidad de que me cuentes todas esas cosas que pasaron (pero que no nos animamos a hablar, pareciera), y simplemente estar, largas horas haciendo esto, o haciendo aquello, y a la noche luego seguir leyendo, con tu recuerdo, o sin tu recuerdo, algún día me gustaría que sea lo mismo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

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Intentando escribir sobre una persona a la que se le enfría el café en un bar, no puedo desligarme de mi circunstancia actual, a la vez que un pasado lleno de caligrafía ruidosa se hace presente (mejor dormir una siesta, corta, pero efectiva). ¿Qué pasa con la persona que toma café, pero se le enfría? Es un hombre alto, flaco, pelo corto y negro, con ojeras -Tiene la mirada perdida, sería quizás demasiado trillado decir que espera a alguien, y por eso se le ha enfriado el café, pero, ¿que otra cosa podría esperar, si no es a una persona?

dos cosas.

1. Que suceda todos los viernes, no significa que hoy, por ser viernes, va a suceder.
2. "a entonces b" no existe, nunca, siempre hay más variables a considerar.

viernes, 16 de septiembre de 2011

pensamiento 5 am

Los garcas hacen chistes, ríen y toman mate, y parece que nadie tiene la culpa de nada



Pero la responsabilidad la tenemos todxs

(algo así, no sé)

♣+◘•

El perro que vive a tres cuadras de casa y que tiene un ojo negro y otro azul, el vecino que apaga las luces siempre a las dos de la mañana, y el vecino que pasa las noches asustado con miedo a que le roben, el paralelismo con los números impares y septiembre, las pruebas del delito que posan sobre el pasto y de vez en cuando son limpiadas, todas esas cosas cotidianas que no importan, no en verdad, pero sin ellas las cosas quizás serían diferentes. 
Y bueno, esperar a que pasen unos días más, porque sí, y el bicicletero que me toma el pelo, y mi cara de nada cuando todos reían hoy. Los viejos jubilados con impresionantes ganas de reírse de cualquier cosa en el cine, el semáforo de Alvarado que nunca está verde para mí, la amiga de mi madre que siempre es tan simpática, el viejo de San Juan.

Amiga, tengo miedo, porque hoy me saludaste y te dí un abrazo, pero parece que algo anda mal.
Y ya se que no somos amigas, 
pero pensaba que mañana
podíamos perfectamente serlo.

jueves, 15 de septiembre de 2011

siempre igual

Paso las noches tomando mate, y después té, y después mate, y después té. Fumando en la ventana, escuchando una radio que pasa sólo música, esperando ese momento en que suene un rock viejo bailable o una canción tierna de los Beatles, esperando a que salga el sol para lamentarme una vez más. Paso las noches, con sueño o sin sueño, leyendo un poco y escribiendo siempre, imaginándome cosas que nunca van a pasar pero que a veces pasan, recordando lo que pasó ayer una y otra vez, dando saltitos de alegría o deprimiéndome porque pasó una mosca y tengo el flequillo feo, haciendo de cuenta que hago cosas, cuando en realidad no hago nada, pasan las noches como quien dice pasan los días, una vez más ya falta poco para que salga el sol. 

domingo, 4 de septiembre de 2011

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Paloma tenía once años. Quería morir, y estaba decidida a suicidarse el día de su cumpleaños número doce, porque no quería pasar toda su vida como un pez en la pecera (hay gente que se suicida tirándose por la ventana - eso es absurdo - así se sufre más - uno decide terminar con su vida para dejar de sufrir -). La muerte no es tan importante, pensaba, lo que importa es lo que uno hace en el instante. 
René llora. Paloma la abraza, René le dice que no quiere que la vea así. Paloma la abraza más fuerte. Al día siguiente René muere. Si la muerte es esto, dejar de estar con la gente que amás, dice Paloma, entonces es algo tan trágico como todos dicen. Lo que importa es lo que uno hace en el instante. En el instante en que René murió, estaba lista para amar.

Los domingos son buenos días para andar en bici, cuando no pasan tantos autos por la calle. Las avenidas son otra cosa. Imposible la conciencia de saber que hay personas atrás de todas esas máquinas horribles que hacen ruido y aplastan. Hoy, tranquilidad. Aunque se extrañan los colores del otoño, y la primavera no es exactamente tan linda. En casa, lo primero sigue siendo el mate. 

viernes, 19 de agosto de 2011

¡!

- siempre es la incertidumbre la que termina alimentándome, más que cualquier otra cosa. -

lunes, 15 de agosto de 2011

abbbddd

Si tuvieras que explicarlo, fue la larga espera la que no te dejó dormir. Dormiste, bueno, sí, unos minutos o dos. Fue la larga espera, tanto tiempo sin saber qué. Yo se que imaginaste mucho, se que me imaginaste a mí. Vení, tomemos un te. Contame. Te cuento. No pude dormir porque tenía tanto frío, sabés, esta noche hace un frío acá que te llega hasta los huesos, no se cómo los demás no lo sienten. Yo no puedo dejar de temblar. Claro, por eso vamos a tomar un té. Por el frío. ¿O voy a tomar un té yo sólo? Quizás estoy tomando el té yo sólo, y no me doy cuenta. El agua todavía está fría.
En realidad vos estás durmiendo, sabés. Dormís y no quiero hacer ruido para despertarte, pero es que el frío, hace tanto frío...

Mientras tanto leyó: "No, basta ya de nombrar a Lucien; basta ya de repetir su nombre hasta la náusea. Tu no pareces darte cuenta de que hay recuerdos para mí insoportables; de que todas las fibras se rebelan si esas cosas son dichas (...) ¿Pero porqué nombraste a Lucien? ¿Era necesario que dijeras: Lucien?"

martes, 2 de agosto de 2011

-_-_-_-_

En una trampa para turistas, un flaco hace chistes racistas, machistas y homofóbicos, la gente se ríe. Maneja un coche mientras toma Coca-Cola y fuma un cigarrillo atrás de otro. Luego le habla a una pareja joven, cambia el tono de voz, "y se lo vendieron a los ingleses, estas son las cosas que pasan en este país", dice. En un costado, dos nenas de no más de diez años, ojos grandes, marrones, oscuros, cara redonda - No, papá, no quiero una foto así, dame la cámara, yo les saco a ustedes. - La hija menor parece la hija mayor, o quizás lo sea. El padre le alcanza la cámara. Al rato se saca fotos a ella misma. Se ríe sola con una sonrisa de picardía. Al otro costado una flaca de unos veinte años posa para una cámara inexistente, lleva el cabello reluciente, recojido en una larga trenza cocida y parece exponer sus perfectas piernas al tiempo que revisa un celular que, más que celular, parece una máquina del futuro. 
Un pobre hombre sube sólo al colectivo (antes de ser un coche, el coche era un colectivo). Digo que es un pobre hombre, no porque suba sólo al colectivo, ni mucho menos, si no porque tiene cara de ser un pobre hombre. Te dicen: sacá foto acá, acá, acá, sacá foto, sacá foto. La gente se ha olvidado de mirar con los ojos, debe de pensar el pobre hombre, y de caminar también. En un paradero estratégicamente ubicado cerca de uno de esos paisajes que, o son bellos, o son bellos, se encuentra un baño. "Respeto tus ganas de morir. Respetá mis ganas de vivir. Prohibido fumar en los baños": Impreso en computadora. En otro papel, escrito con lapicera: "Este baño es pribado, no público. Todos los que ingresen deben colaborar" Hay algo que me perturba en ese cartel, y no es la falta de ortografía.
Afuera hay cosas de muchos colores y todos te dicen compre, compre, compre, y la gente compra, compra, compra. Desde un rincón miro yo algo más, creo que sigo observando al pobre hombre, que, a su vez, parece observarme a mí.

sábado, 23 de julio de 2011

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Hoy me dijo: Al final de cuentas creo que vale la pena vivir por los sentimientos que se tienen. Entonces me doy cuenta de que todo lo que siento en realidad es algo tan triste que ya no sé. Yo pienso: lo triste es tan enfermamente hermoso, a veces.

¿Qué significa haber abandonado las flores? Me acompañan desde los catorce años. Ahora tengo veinte, y pongo en duda mi identidad. Pero es que no las quiero, no me llaman la atención como antes. En realidad, es mucho más que eso: Tengo pánico. Me dice que tiene pánico. ¿Por qué no puedo responderle nada? Me gustaría decir algo. Nada muy brillante, pero algo, alguna palabra, cualquier cosa que la haga sentir un poco acompañada. Que haga que deje de pensar que todas las relaciones que mantiene con cualquier persona, ya sea su amante, su amigo o el vecino – buenos días, que frío que está haciendo últimamente – son artificios.

 Pero cómo puedo decirle algo. No con esa intención, al menos. Sería más fácil si nos juntaramos a tomar un café y me contara de lo bien que la pasó en aquella fiesta (no sólo no la pasó bien, sino que incluso el relato de la fiesta da cuenta de un cansancio existencial difícil de expresar). Entonces tomo el café, mis manos se entretienen intentando hacer un barco de papel con alguna servilleta. No puedo decirle nada porque sus ojeras me hacen pensar que sí, así es, todas nuestras relaciones son artificios. Y con el vecino, bueno, yo le digo, buenos dias, qué tal. Pero.......... (No hay peros, parece decirme con la mirada. Es todo lo mismo). Me gustaría decirle que no, que no es así. No me sale palabra de la boca. Se obliga a sonreír, toma café. Yo hago lo mismo. No puedo objetarle nada.

lunes, 18 de julio de 2011

-

ojalá el sol no salga nunca
al menos hoy


pero tranquila, conejo, ya habrá oportunidad para esas cosas
y más también.

re-vol-ver

Me gustaría poder escribir sobre todas estas cosas, pero me desbordan. Llevo un cuaderno conmigo a todas partes. Palabras, frases, oraciones sueltas que quizás algún día logren constituir un texto bonito, o agradable de leer. O quizás un texto horroroso, de esos que te asfixian, sí, un texto que te asfixie sería mucho mejor. Quizás algún día...
Mientras dormías no pensaba y escribí esto:

una flor marchita (cualquiera) - mi perro se murió.
la frente marchita - una canción
el ocaso interminable - no recordar
lágrimas de sal - incomprensible
ya no más humo - me quería morir ayer
ya no más / tener un agujero en el estómago / punto 
dormir de día - rima con .........................
tengo hambre, pero no quiero comer.

Entonces te despertaste, improvisamos una comida rápida. "Espero no haber roto el teclado, y no haber asustado a nadie con el pelo", pensé. No quería morir, pero era consciente de que a veces es necesario. Eran las dos de la tarde, no se encontraba la urgencia de decir cosas. Basta con miradas y presencias, yo le sonrío.  

Me deja tiempo para recordar esa seguridad que llevo conmigo a todas partes en una cartera o mochila, la seguridad, completamente absurda, como todas las seguridades, de que si quiero, puedo escribir. Aunque sea una palabra. O ni siquiera. Un garabato. Una letra o dos. Como la otra noche en el colectivo, abrí un libro y copié algunos versos, luego escribir algunas oraciones agramaticales. Seguridad de poder escribir a la noche, cuando la última compañía se quedó dormida. Siempre soy yo la última en cerrar los ojos.

Me imaginaba, mientras tanto, que ese colectivo no era tal, sino otro, que el frío no era de invierno, si no de otoño, que miraba por la ventana y el paisaje me mostraba una imagen nunca antes conocida. Que, a pesar de ser la última en cerrar los ojos, estaba ya en camino hacia un lugar donde nunca querría cerrarlos, y donde no habría horarios para tener que abrirlos. 

lunes, 4 de julio de 2011

siete abrigos.

que silencio absoluto que hace hoy, a la madrugada, y sin embargo
me abraza
la noche con una calle desierta muy
ya no más ruidos de sirena ni de autos horribles

la lluvia dejó de golpear en la ventana.

una humedad en la que el humo se multiplica sin paridad en los números, sin embargo mugre, y no hay espejo para tus cabellos.

a veces todo negro, oscuridad, y pienso que alguien se reencuentra con una parte tan real de su yo, que sin embargo resulta casi necesario esconder o transformar, cosas que a los golpes, porque sociedad que no permite. quizás se encuentre también con un pasado que ya no puede ser pero que sin embargo sigue siendo, con música que a veces no comparte y uno se pregunta por qué, momentos que se imponen y alguien también te abraza

como esta noche
solitaria y el rocío. 

lunes, 30 de mayo de 2011

-


Las noches, la memoria, yo, insomne, recordando, deseando empezar de nuevo. Algo, lo que sea, que produzca ese fenómeno, tan difícil de contemplar en este momento. Dejar de desear – lo que mata tu amor. Mirarme al espejo: pálida, corpiño negro, una camiseta violeta, el delineador corrido, yo, más pálida que de costumbre. Y como dice ella, en realidad soy una mendiga – todxs somos mendigxs (comentario robado). Perder la memoria, dejar de anotar los números, las fechas en los cuadernos, tantos cuadernos. Deseo ahora, tomar té, y una compañía de mentira. Eso es lo que quiero. Una compañía que acepte mi carácter irreal, su carácter irreal, que me quiera igual que como se puede querer al viento, o a las hojas de los árboles, sobre todo en otoño, que me olvide cuando llegue a su casa y caliente el agua en la pava, prepare el mate, lea un libro, pero que me olvide. Y ante todo que no busque lo real.


No más creer que una letra del abecedario puede representar la millonésima diferencial, los besos en el ropero y los sapos que nunca llovieron. Mientras tanto, domingo sin cine, ropa cómoda, pijama y ay, parezco un payaso, este pañuelo que me hace más pálida, delineador corrido – V que me recuerda al ideal de belleza romántica, no comer.

El problema es que las cosas extraordinarias se vuelven cotidianas demasiado pronto (prender un sahumerio). 

domingo, 29 de mayo de 2011

°°°°

J., querida J., nunca te entendí, pero amaba la incertidumbre, amaba el no entenderte, el no entender nada. 

revelación.

nunca más voy a volver a comprometerme con algo.
(mi error fue dejar de contemplar la posibilidad del cambio)

cómo fue

qué 
pasó

.

"Pasa que al despertar tuve ganas de escribir. Y cómo me gustaría que en vez de esto que voy diciendo fuera una novela con personajes y todo. Llevar una agenda, tomar notas como Trigorine en La Mouette, perfectamente vestida, manos mías pálidas posadas sobre cuartillas, escribiendo con una pluma de cisne. Seria, serena, diciendo qué interesante, pronunciando conferencias, interpretando históricamente, sociológicamente, antropológicamente, políticamente, lo que pasa afuera: los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa. Serena, leyendo los diarios todos los días, salvada, tal vez casada con un señor serio y sereno, el amor sólo dos o tres veces por semana, hasta Hegel, ¿y por qué no leería a Hegel?, suena el timbre, la señora está trabajando, no está visible (ningún hombre es visible), hubiera querido ser Rimbaud o Baudelaire pero sin sus sufrimientos, qué vivo. Por la tarde, música - a veces dodecafónica (expresión contemporánea: qué interesante) - o pintura, hasta Vassarely, hasta Mondrian, qué interesante, hasta la política, leer los diarios dándose cuenta de lo que insinúan entre líneas - no sólo las historietas y las páginas literarias como ahora sino responsablemente, serenamente. Por la noche: comida en casa del escritor X. o de la escritora Z. Copa de armagnac en mano pálida y enjoyada hablo de los suplicios chinos, fumo prudentemente, consulto mi reloj, me levanto a las 23.30 porque - buenas noches, encantadora la velada - en la medianoche ya debo estar en la cama de manera de levantarme al otro día serena y despejada a las 7.30 y trabajar hasta el mediodía - comida sana, vitaminizada, sobriedad, no alcohol, no excitantes, no gracias, no mescalina, no haschich, no ácido lisérgico (naturalmente, he leído todos los libros sobre el tema: qué interesante). En el verano al borde del mar - Capri, Saint Tropez, Santander, San Sebastián, Punta del Este, Mar del Plata, Córcega... - sin escribir nada puesto que reconstitución, reconstrucción, reacumulación, sol, mar, arenas, no, no gracias, pero sin sus sufrimientos, pero sin haber sufrido lo que sufrieron."

Alejandra Pizarnik. 

martes, 17 de mayo de 2011

♣ trébol es

tomar té y dibujar abstracciones 
de colores
en cuadernos
está bien, pero ir al cine. no buscar las fotos que alguna vez
escondiste ni recordar esa foto
de A con una naranja en la boca
un día primaveral

sonriendo, era (es) linda
la 
rompí.

viernes, 29 de abril de 2011

◘◘◘◘

Por las noches me es imposible dormir. Me invaden los recuerdos. Me persiguen los fantasmas del pasado. He de confesarlo, nunca leí Funes el memorioso. Yo no me acuerdo todo. No me acuerdo todo lo que está en los libros, por ejemplo, no me acuerdo de que tratan las novelas que recomiendo, porque en algún momento leí, y mucho menos me acuerdo de que aquello que, alguna vez en el tiempo, estudié para el examen de mañana. Pero sí me acuerdo de las fechas, de la sucesión de acontecimientos, allá por julio, de los colectivos, las esperas, la incertidumbre, cuando me preparaba por horas y horas. Nunca te lo conté, eran horas y horas. Me acuerdo de todo con sumo detalle, tanta precisión, para qué. Para no poder dormir por las noches. Me acuerdo de mis amantes, por ejemplo, pero es indiferente. También me acuerdo de los juegos en la vereda con las amigas de la primera, el funeral del tío Lorenzo, el primer día de clases, la cara de mi madre el día que volví de viaje. Hoy me acuerdo de mis amantes, ninguno vive ya, el día de hoy, al menos no de la misma manera. Juan sonreía con la cabeza baja. Era una sonrisa tímida. El 23 de abril es el día del aniversario de la muerte, y el 11 de noviembre el último día que lo vi. Los recuerdos perduran en forma de un sueño surrealista, una pregunta que nunca fue contestada. Nunca pude mantener una conversación seria con él, aunque yo estaba segura, tan segura de que nos entendíamos, quizás en otro nivel. Me acuerdo de Juan, claro, como olvidarme, pero también me acuerdo de Esteban, ay Esteban, perdón por nunca haberte comprendido. Esa culpa inútil que queda, como todas las culpas, que son tan inútiles, culpas que carcomen de madrugada. Y Franco. Franco que me pasa por al lado y me esquiva la mirada, ¿y yo que te hice? Saludame, idiota. Laura que me dice que tengo que salir del encierro, tomar un poco de aire fresco, conocer nuevas personas, hacerme nuevxs amigxs. Una revista "femenina" me dice algo parecido: que mire a los ojos a la gente cuando les hablo. Que no me cruce de piernas o de brazos cuando lo haga. Y me río, es tan gracioso, yo siempre me cruzo de piernas o de brazos cuando les hablo, y esas revistas son tan patéticas. Ahora encima Marcos que se junta con Franco, y yo ya no entiendo nada. Estoy convencida de que hay una lista de reglas, reglas simples, reglas que todo el mundo conoce y yo no. Como un manual para aprender a comunicarse con las personas. Todos mis actos comunicativos no son más que intentos desesperados de defenderme ante el mundo que me rodea. No es más que un mecanismo de defensa, sonreír, mantener una conversación aparentemente descuidada, a veces hasta ser simpática. Pero lo cierto es que me parece todo tan absurdo, sobre todo ahora, en la madrugada, no me puedo dormir, sigo dando vueltas en la cama. Prendo la luz. Me enciendo un cigarrillo. Porque todos los días son lo mismo, es una obra de teatro, actuaciones, actuaciones y una actuación tras otra, simultáneas, opuestas, pausadas, lo que sea. Hasta las manifestaciones más sinceras no dejan de ser simples escenas en obras de teatro repetidas, obras al que el espectador está acostumbrado, sólo que ya se ha olvidado. Laura que me dice que tengo que ser más sociable, y yo que pienso en construirme otra historia. Con nuevos personajes y lejos de los clichés que ya me tienen harta. Escaparme, irme a un lugar donde pueda dormir por las noches. Donde no recuerde ni la cara de mi madre el día que volví de viaje, ni el funeral del tío Lorenzo, un lugar donde duerma sin recordar nada, un lugar donde ya no más Juan, Franco, Esteban, ya no más Marcos que ahora se junta con Franco y yo que no entiendo nada, a mí que me falta el manual, que alguien comparta las reglas. 

sábado, 23 de abril de 2011

Gramática.

"Si el adjetivo se refiere a más de un sustantivo de igual género, concuerda en plural. Si los sustantivos son de distinto género, el adjetivo toma la forma masculina.
María y Elisa están contentas. Jorge y Felipe están contentos. Elisa y Jorge están contentos."

Elisa y Jorge están contentxs

Cuestión: Cada vez que tengo parciales, una cosa lleva a la otra y me replanteo toda mi vida y ya nada tiene sentido. Después de tres años debería haber aprendido a tomarme las cosas con calma, pero no me sale. Prefiero lavar los platos, barrer el piso, hacer cinco veces la misma lista de las cosas que tengo que hacer, ponerle más agua a la pava para que el té tarde más tiempo en hacerse. Flashar e imaginarme que en algún momento, antes de que la humanidad se destruya a sí misma, la lengua va a cambiar y Elisa y Jorge estarán contentxs. 
Igual, por mí se pueden pudrir en el barro con ratas María, Elisa, Jorge, Felipe y todxs aquellxs que estén contentxs en este preciso momento.

jueves, 21 de abril de 2011

¡ !

Quiero contarte algo. Fue ayer. La noche anterior no había podido dormir - los tiempos se confundieron, y en un momento dos más dos no fue cuatro. Entré a tu cuarto; no, es cierto, no golpeé la puerta. Perdón. Pero entré, me gusta ahí porque es tan confortable, nunca hace frío. Dormías plácidamente sobre la cama, casi parecía que sonreías. Pero te caíste. Juro que te caíste. No, no entendés. No te caíste de la cama, te caíste en otro lado, te fuiste lejos no sé, te hundiste. Eso es, te hundiste. Fue como si hubieras desaparecido. No sabía si era el sueño o yo, quiero decir, vos, o yo, o el sueño, me estoy confundiendo de nuevo, no sé cuánto es dos más dos, en el primer grado de la escuela era el peor alumno. Una vez hundida te busqué, te busqué y te encontré ahí lejos, debajo, muy por debajo, tan chiquita te veías y seguías durmiendo. Es cierto, debo haberme quedado dormido, quizás fue todo un sueño porque ahora estás acá, pero, ¿ves?: La cama tiene un agujero.

Pero bueno, no importa, no te pongas así bonita. Se está tan confortable acá.

domingo, 17 de abril de 2011

♦♦♦♦♦♦

Está ocurriendo igual que la última vez. Para empezar, hace frío, y nunca usaste la bufanda que te regalé. Aunque me dijiste que te había gustado, y uno piensa que llega un momento en que ya no hacen falta las mentiras piadosas, siempre tan inútiles, cargadas de valores morales horribles. Hace frío y es otoño, la última vez también era otoño. Me miraste a los ojos y no dijiste nada por un largo rato. Luego empezaste a hablar, a decirme que Laura estaba loca, que Laura era una maldita, una mala persona, una infeliz, que había que asesinar a Laura. Me asusté. Me asusté porque ya habías querido asesinarla, Laura se escondió en el ropero y vos gritabas cosas que yo no entendía, hacía frío, nunca te pusiste la bufanda.


martes, 22 de marzo de 2011

[][][]

tanto viento iba a tener en contra. bueno, al menos el semáforo de alvarado estaba verde para mí. nunca el semáforo ese estuvo de mi lado y últimamente sí, es extraño. veo a distintas personas que no son, en la calle, caminando, las personas que creo; si son varones siempre tienen camisas a cuadros, y si son chicas tienen el pelo corto, y a veces de esas camisas también. yo no quiero tener nadie a quien llorarle: quiero tomar la bicicleta roja y el tren hacia el sur. tren o bicicleta es lo mismo. allá me irá bien...

lunes, 7 de marzo de 2011

####

Una y otra vez me pregunto si me emocionará todo esto realmente, o si sólo me inventaré que me emocionará, y si, entonces, de verdad me emocionaré puesto que me inventaré que me emocionaré.
Probablemente la tercera opción sea la correcta.

lunes, 21 de febrero de 2011

*-*-*-**-*-*----*****

Qué hubiera sido de nosotros sin la ficción, Sabina, la ficción que existe desde siempre y siempre nos ha salvado. Estás lejos ya, pero siempre recuerdo nuestras aventuras, nuestros paseos, nuestro sexo, nuestra realidad: sólo podíamos disfrutarla en la medida que la vivíamos como ficción. Yo te sacaba fotografías y vos posabas, Sabina, tan linda, te encantaba posar y jugar a que eras una persona diferente, mil personas diferentes.

Ahora que ya no estás sólo me queda la realidad. Pero esa realidad ruin, el horror, la realidad monótona de todos los días, sin nadie a quien tomarle fotografías. Te extraño, Sabina, aunque en realidad no estoy seguro de si te extraño a vos, a los pequeños y tan hermosos momentos de ficción que vivíamos juntxs.

jueves, 17 de febrero de 2011

21 de mayo de 2008.


(...) Tras discutir un rato, me saqué los anteojos y la miré desde lejos y ví su cara. ¿Más chica o más grande? No puedo estar segura. Lo que sí veía eran sus ojos multiplicados hasta el infinito, como un cuarto lleno de espejos, o un caleidoscopio, eso! un caleidoscopio. Entonces le dije: "Sos como una araña!", y ella me dijo algo como que estaba drogada, y que la comparaba con una araña, y se fue. Entonces yo la seguí, pero ese no es el punto. El punto es que su cabeza era como una araña por las patas. Las arañas tienen ocho patas y yo veía su cara como ocho patas de una araña, que era ella. Bueno, eso.

.

A M lo conocí hace varios años ya, cuando todavía era más pequeña. Creía amarlo, amar su locura, su enfermedad. Su delirio, su tristeza. Escribía poemas inentendibles sobre la vida, la muerte y las cosas violetas. Yo los leía una y otra vez, intentando entender su significado. Me invitaba a pasear y a tomar birra, yo le inventaba excusas porque en realidad me daba un poco de miedo. Una vez salimos a la noche. Yo le mentí: Le dije que me iba para siempre y que quería verlo antes. Le mentía sin darme cuenta, pensando que en realidad sólo acomodaba mis pequeñas verdades a, lo que yo interpretaba, era su manera de expresarse.

Esa noche me dijo que le gustaría ser gordo y que me amaba. Yo me reí: estaba ebrio. Siempre estaba ebrio, y eso me generaba un cariño extraño. Extraño porque nunca podría volver a verlo, aunque a veces me acuerdo y me pregunto qué hubiera pasado si. Pero no se puede vivir así: Cuando las canciones están enfermas de locura, al escucharlas te contagiás. Y entonces, quién sabe. 

sábado, 29 de enero de 2011

tantos mundos

Laura tiene un recuerdo en una pequeña cajita de cristal.
Juan en realidad no se llamaba Juan, pero en ciertas ocasiones sí, era Juan.
Paula una vez se sentó en una calle desierta a las dos de la tarde a fumar un cigarrillo y leer Adan BuenosAyres.
Federico quiere hablar, pero tiene miedo.
Carlos, en cambio, habla demasiado. Pero no dice cosas muy brillantes.
Esteban no sabe escuchar. Fernanda sí sabe. Celeste fantasea con irse a vivir a un pueblo. Carla odia los pueblos, por eso se vino a la ciudad.

fin.no.fin.

jueves, 27 de enero de 2011

summertime

Siempre pensó que lo que más le gustaba era leer, escribir, escuchar, fumar, andar en bici, las películas francesas. Quizás todo ese tiempo sólo tuvo miedo de que en realidad no le gustara leer, ni escribir, ni fumar, ni andar en bici, ni las películas francesas.

domingo, 2 de enero de 2011

feliz año ...

la familia el tío borracho la hermana adolescente las copas las charlas la huída la birra los cigarrillos la gente las miradas y las cámaras de fotos el miedo la pregunta del si se acordarán caminar caminar caminar la birra los cigarrillos la chica del vestido y los tres chicos que estaban sentados en la entrada de una casa uno llevaba anteojos muy grandes como de otra época después los vimos pasar en un taxi un señor en bici que se iba a trabajar y nos dijo feliz año nuevo cuando caminaba por san juan unos borrachos pequeños gritaban y el señor del almacénquenuncacierra baldeaba el piso dormirse cuesta mucho duermo recordé todo o todo lo que puede entrar dentro de alguno de los muchos significados del todo sobró birra y me quedé con la intertidumbre los cigarrillos chau.