lunes, 30 de mayo de 2011

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Las noches, la memoria, yo, insomne, recordando, deseando empezar de nuevo. Algo, lo que sea, que produzca ese fenómeno, tan difícil de contemplar en este momento. Dejar de desear – lo que mata tu amor. Mirarme al espejo: pálida, corpiño negro, una camiseta violeta, el delineador corrido, yo, más pálida que de costumbre. Y como dice ella, en realidad soy una mendiga – todxs somos mendigxs (comentario robado). Perder la memoria, dejar de anotar los números, las fechas en los cuadernos, tantos cuadernos. Deseo ahora, tomar té, y una compañía de mentira. Eso es lo que quiero. Una compañía que acepte mi carácter irreal, su carácter irreal, que me quiera igual que como se puede querer al viento, o a las hojas de los árboles, sobre todo en otoño, que me olvide cuando llegue a su casa y caliente el agua en la pava, prepare el mate, lea un libro, pero que me olvide. Y ante todo que no busque lo real.


No más creer que una letra del abecedario puede representar la millonésima diferencial, los besos en el ropero y los sapos que nunca llovieron. Mientras tanto, domingo sin cine, ropa cómoda, pijama y ay, parezco un payaso, este pañuelo que me hace más pálida, delineador corrido – V que me recuerda al ideal de belleza romántica, no comer.

El problema es que las cosas extraordinarias se vuelven cotidianas demasiado pronto (prender un sahumerio). 

domingo, 29 de mayo de 2011

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J., querida J., nunca te entendí, pero amaba la incertidumbre, amaba el no entenderte, el no entender nada. 

revelación.

nunca más voy a volver a comprometerme con algo.
(mi error fue dejar de contemplar la posibilidad del cambio)

cómo fue

qué 
pasó

.

"Pasa que al despertar tuve ganas de escribir. Y cómo me gustaría que en vez de esto que voy diciendo fuera una novela con personajes y todo. Llevar una agenda, tomar notas como Trigorine en La Mouette, perfectamente vestida, manos mías pálidas posadas sobre cuartillas, escribiendo con una pluma de cisne. Seria, serena, diciendo qué interesante, pronunciando conferencias, interpretando históricamente, sociológicamente, antropológicamente, políticamente, lo que pasa afuera: los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa. Serena, leyendo los diarios todos los días, salvada, tal vez casada con un señor serio y sereno, el amor sólo dos o tres veces por semana, hasta Hegel, ¿y por qué no leería a Hegel?, suena el timbre, la señora está trabajando, no está visible (ningún hombre es visible), hubiera querido ser Rimbaud o Baudelaire pero sin sus sufrimientos, qué vivo. Por la tarde, música - a veces dodecafónica (expresión contemporánea: qué interesante) - o pintura, hasta Vassarely, hasta Mondrian, qué interesante, hasta la política, leer los diarios dándose cuenta de lo que insinúan entre líneas - no sólo las historietas y las páginas literarias como ahora sino responsablemente, serenamente. Por la noche: comida en casa del escritor X. o de la escritora Z. Copa de armagnac en mano pálida y enjoyada hablo de los suplicios chinos, fumo prudentemente, consulto mi reloj, me levanto a las 23.30 porque - buenas noches, encantadora la velada - en la medianoche ya debo estar en la cama de manera de levantarme al otro día serena y despejada a las 7.30 y trabajar hasta el mediodía - comida sana, vitaminizada, sobriedad, no alcohol, no excitantes, no gracias, no mescalina, no haschich, no ácido lisérgico (naturalmente, he leído todos los libros sobre el tema: qué interesante). En el verano al borde del mar - Capri, Saint Tropez, Santander, San Sebastián, Punta del Este, Mar del Plata, Córcega... - sin escribir nada puesto que reconstitución, reconstrucción, reacumulación, sol, mar, arenas, no, no gracias, pero sin sus sufrimientos, pero sin haber sufrido lo que sufrieron."

Alejandra Pizarnik. 

martes, 17 de mayo de 2011

♣ trébol es

tomar té y dibujar abstracciones 
de colores
en cuadernos
está bien, pero ir al cine. no buscar las fotos que alguna vez
escondiste ni recordar esa foto
de A con una naranja en la boca
un día primaveral

sonriendo, era (es) linda
la 
rompí.