miércoles, 8 de diciembre de 2010

pocas palabras y puntos ..

me gusta escribir. cuando era chica escribía mis diarios, siempre, y cuando terminaba uno lo guardaba y comenzaba otro. entonces contaba quién era el chico que me gustaba en la escuela, quién era mi súper archienemiga en el grado (claro que ella no lo sabía), y cosas así. la costumbre de escribir diarios, que luego fueron cuadernos, nunca la perdí, y así es que tengo documentada casi toda mi vida. solamente tiré una vez un diario, porque me daba vergüenza lo que pudiera pensar, ya siendo grande, de mis pensamientos de ese momento. claro que nunca lo olvidé, con el tiempo aprendí que una vez que escribía algo, ya nunca podría olvidarlo. 
escribía diarios, cuentos, y cartas. aprendí a usar la máquina de escribir, y mientras Padre, Madre y Tía trabajaban, yo escribía. le escribía largas cartas a Prima, aunque vivía en la misma ciudad que yo y la veía cada dos por tres, sobre todo en los veranos, en el patio de casa. escribía cuentos que nunca terminaba, largos cuentos sobre chicas y chicos que descubrían casas encantadas, delincuentes, o cosas así. hace poco los encontré, no estaban tan mal.
intenté escribir poemas, pero no pude. los cuentos poco a poco los fui abandonando. las cartas a lo último. pues descubrí también que no escribía para nadie más que para mí. siempre quise poder escribir bonito, escribir algún cuento que atrapara a alguien, algún poema que le llegara a otro alguien, pero no. solamente puedo escribir para mí, solamente para mí... escribir todo y guardarlo, escribir y guardar, escribir escribir escribir. es como si fuera esclava de la lapicera, pues siempre es mejor con lapicera. 

lunes, 22 de noviembre de 2010

caballito darling (2).

no hablamos mucho. a mí me gusta escuchar sus historias, de amores y desamores. tomamos birra, eso sí. yo fumo en la ventana, o en el balcón. sacamos fotos, escuchamos música. ella canta lindo, también toca la guitarra. yo escucho, me muevo. me gusta escuchar, y a ella me gusta escucharla particularmente, quizás porque se puede escucharla de tantas formas. si el departamento hubiera estado ordenado, el encanto no hubiera sido el mismo. 


lástima que, con mi mala costumbre, tenía ganas de lavar los platos.

caballito darling.



Me gustan mucho los balcones. 
(foto by vic b.)

viernes, 17 de septiembre de 2010

en las madrugadas me acuerdo de ella.

No sé la verdad, pero yo la observo todos los días desde lo más profundo de mi ser. Y observo cómo se despierta con ganas de escribir, y cómo está inquita, oh, pobrecilla tan inquieta ella porque se despierta y quiere escribir pero no puede, ¿acaso es justo que yo esté escribiendo ahora?, que esté escribiendo tranquilamente mientras ella toma un café, disfruta un cigarrillo, se lava los dientes chiqui chiqui chaca chaca pum splash y sale corriendo se pierde el colectivo y pensa mierda, pordría haberme quedado escribiendo. Pero al final como siempre, el colectivo llega, el trabajo, la facultad, las relaciones sociales que ya la tienen harta, la vida cotidiana; y mientras tanto ella siempre pensando que le gustaría escribir pero ahora no puede, y yo acá escribiendo, cosas que no tienen punto de comparación con lo que ella escribe porque ella escribe magia, oh magia que me hace llorar pero sólo cuando nadie me ve porque no me gusta que me vean llorar. Pero ella, sí, ella es la única que importa en verdad, pero uno tiene esa especie de egocentrismo tal vez que lo lleva a imponerse, porque uno conoce desde su propia realidad desde su propia experiencia, y tiende a comparar, o no. Volvamos a ella, ella que vive pero no vive, cuando la gente la mira no puede ni siquiera sospechar en qué está pensando, porque siempre está pensando cómo va a escribir lo que piensa, siempre está pensando en otras realidades, en historias de gente que no conoce que existe que no existe en dragones o en fantasmas; en escenas dignas de una película francesa o un cuento Perfecto (perfecto para ella, o para mí, como los cuentos de Cortázar que son perfectos para ella, y para mí), piensa piensa piensa y de pronto un día.

el verano no estuvo tan mal.

me encantan estas noches de verano cuando la gente duerme, y yo no tengo sueño porque dormí durante el día, el día que tanto me molesta en verano porque hace calor y el calor asfixia y no se puede respirar y el calor y la gente en malla en verano y mar del plata que se llena de porteños y las playas y la gente en malla. estas noches de verano donde mi compañía son los libros, el té, los cigarrillos, la computadora paraquenegarlo y ahora mi gato. mi gato que está desconcertado, no entiende porqué lo dejamos dormir adentro, cuando en realidad lo entramos con el puro fin práctico de que mate a la rata. la rata que se asocia con mugre y con enfermedades y con experimentos de laboratorio y no sé porqué de pronto me viene a la mente pinki y cerebro. el gato que acaba de estornudar y siempre me da tanta ternura cuando estornuda. en realidad yo no quería matar a la rata, pero claro, no es fácil argumentar algo coherente cuando todos te dicen que no podés convivir con ratas entonces lo mío parece simple capricho. ratas enfermedades ratas mugre y ratas que nadie se entere que entró una rata por la alcantarilla y alcantarilla que me suena a palabra traducida de una película yanqui donde hay ratas, ratas experimentos de laboratorio. estas noches de verano donde spinetta apenas se escucha, a no poner la música muy fuerte porque se despiertan los que están dormidos, y si se despiertan los que están dormidos pierde la magia la noche que pertenece a las noches de verano que me encantan. noches de verano y me siento en el sillón a leer un cuento de cortazar donde no hay ratas (ratas mugre enfermedades experimentos de laboratorio) un cuento de cortazar donde los finales son siempre perfectos, un cuento de cortazar que te deja sin aliento y un té de limón que se enfría por el cuento de cortazar que te deja sin aliento pero que no hay ratas, ratas mugre, etc. entonces mi gato me mira asombrado y me vuelve el aliento, habrá que esperar para el final perfecto del cuento de cortazar porque el gato me transmite una nueva historia, lo miro, el gato me mira y no entiende porqué es de noche y está adentro de la casa. mira para todos lados, tiene movimientos lentos, a veces se limpia, camina un poco, va buscando su lugar pero no hay rastros de la rata, como todos que vamos buscando nuestro lugar y los cuentos de cortazar los finales perfectos las ratas mugre ratas enfermedades ratas experimentos de laboratorio pinki y cerebro el té los cigarrillos y la alcantarilla que es una palabra tan graciosa las noches de verano lejos del calor que sofoca y los turistas en mar del plata.

Había una vez.

El perro negro apareció una mañana de Agosto, una de esas mañanas frías, en las que uno ya deseaba que llegara la primavera. Por esa época las cosas habían cambiado, el viejo empezaba a no ser el mismo, y con mis hermanos solíamos salir a fumar unos cigarrillos a la entrada de casa. Nuestra casa no era muy grande, ni linda, aunque la entrada sí lo era: era grande, y linda. Solía estar más o menos limpia, y había flores de bastantes colores.
El perro negro, como decía, apareció una fría mañana de Agosto. Con mis hermanos solíamos fumar a la noche, pero a veces, bueno, a veces salíamos a la mañana. Y esa mañana lo vimos llegar. El perro negro (nunca le pusimos nombre, no lograbamos ponernos de acuerdo) se sentó ahí, en la entrada de casa, lejos de las cenizas, pero cerca de las flores. Y eso que nunca molestó a las flores, ni un poquito las molestó. Menos mal, porque al viejo le gustaban mucho las flores. El perro se sentó y ahí nomás se hechó a dormir.
Con mis hermanos solíamos darle algo de comida, siempre sin que el viejo se enterara, claro, porque al viejo no le gustaban los perros, y tampoco le gustaba que nosotros fumaramos, por cierto. Pobre viejo. Y pobre perro, también, pobre perro negro. Pobre, digo, porque tenía expresión triste. O quizás era yo, quizás, y es que por esa época andaba un poco triste, la chica con la que estaba noviando me había abandonado, y encima no encontraba laburo. Laburo encontré, al final, y de la chica esa me olvidé, ahora que lo pienso era medio tonta. Pero del perro no, del perro negro no me olvido.
Nunca volví a ver un perro tan tranquilo como ese. Nunca nos molestó, de ninguna manera posible, nunca nos pidió comida, aunque se notaba que tenía hambre, al igual que nunca se nos acercó especialmente para que lo acariciemos, así como hacen los perros, viste. Pero siempre nos miraba. Se quedaba ahí, mirandonos o durmiendo. Quizás porque sabía, sabía el perro que lo ibamos a acariciar, le ibamos a dar comida. Especialmente, y sin falta, a la nocheita, entre los clásicos cigarrillos de después de la cena.
Fue una noche del mes de octubre, en que salimos con mis hermanos y no vimos al perro. No volvió. Por entonces el viejo estaba enfermando realmente. Llovió. Llovió durante una semana, lo recuerdo muy bien, sí, lo recuerdo muy bien.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Las cosas deben de seguir, y no sabemos si será...

Caer. Me imagino cayendo, cayendo, cayendo, hay algo así como un agujero, es muy largo y yo sigo cayendo. Sin embargo, no me pesa. Es casi como si lo disfrutara. Caigo y siento como si estuviera volando, no en el sol, porque no me gusta el sol, pero sí en el frío, con la sombra, caigo, caigo, vuelo. 
Quizás lo que ocurre es que estoy volando, realmente, pero alguien podría decir por allí que estoy cayendo. Certezas no hay, si es lo mejor no lo sé.

Sentimiento de culpa: Fuera! (aunque siempre sigue ahí, pero bueno).

El tiempo, la distancia. Soltar la mano. Es terrible, y sin embargo.
Sin embargo acá estoy, con el mate, como siempre.

lunes, 13 de septiembre de 2010

concierto+ausencia.

2. Es como un no entender realmente lo que está ocurriendo. Por qué me siento así, de pronto, y por qué no puedo evitarlo. Si no puedo evitarlo, es como si fuera genuino. Lo que es genuino y lo que no, eso sí que nunca ha dejado de ser un problema para mí. La serpiente se enrosca y al observarla desde arriba, pienso en la posibilidad de que ocurriera que realmente prefiero no poder evitar lo que no puedo evitar. La serpiente se asfixia, mientras yo me tomo un té con limón y la miro desde arriba. Se me va un poco el aire, a mí también.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

1. (...)


Esto no será fácil. No pretendo que lo sea, tampoco estoy apurada por terminarlo. Quizás, de hecho, todavía dude de las conveniencias de esto, pues la experiencia me ha demostrado, una y otra vez, que al escribir algo ya no puedo olvidarlo más. Cuando escribo, lo que escribo se me hace propio, es una forma de reafirmar todo lo que soy, todo lo que veo, todo lo que creo. Una vez que se ha escrito ya no hay vuelta atrás. Ya no hay olvido posible. Y si el no-olvido significa el recuerdo, y si el recuerdo significa las lágrimas, llegará un momento en que las lágrimas ya no signifiquen sólo la angustia. Y es que siento una necesidad muy profunda, si tendrá futuro no lo sé, el límite de sus alcances tampoco.
Basta ya. No tengo porqué ni pretendo justificarme. Quiero entrar.

sábado, 31 de julio de 2010

sábado, 17 de julio de 2010

* secretou

La excitación de la espera.
La emoción de la preparación.

miércoles, 30 de junio de 2010

el secreto de..


Ella comenzó a llorar sólo después de que se fuera el tren.
Solo cuando él ya no podía verla.

domingo, 27 de junio de 2010

por cierto,

cada vez que vuelvo a pensar como escribo, me pongo tan contenta, aunque no sonría de hecho.

ahora sí tengo sueño

Ayer fue el mate, hoy el té, a veces café (cigarrillos). Al amanecer (oscuro el amanecer) no quiso salir de la burbuja, atormentado por los fantasmas del futuro inmediato, y los del pasado también. Los fantasmas del futuro, bueno, pueden asesinarse, en práctica, pero los del pasado son terribles. No lo dejan en paz ni un momento. Todo cambiar, todo de nuevo, todo o nada... Tomando coraje logró salir de la burbuja, con una tarea autoimpuesta que nadie pareció reconocerle (no importa eso, pero es que de vez en cuando viene bien). A lo largo del día hubo altos y bajos. Sí, no, sí, no, no sé, tal vez, puede ser, ya fue, no importa, sí, no, no, no, sí, bueno no. Porque cuando ya comienza a oír ruidos que no son, y a ver sombras que tampoco, es mejor irse a dormir ((mañana es mejor)).

viernes, 25 de junio de 2010

recuerdos del futuro .


La historia sólo existía en su cabeza. Nadie más lo sabía, nunca, nadie, de hecho, lo iba a saber. Quizás incluso porque era todo un invento. Un invento producto de una noche, una como tantas otras, podría haber sido, pero no. Lo que nunca olvidaría sería ese sueño, el sueño de la noche anterior le había contado que algo había cambiado. Plumita, sábana, fiesta, sueño, ¿qué pasa aquí? No te gusta, no te agrada, querés tu plumita y quedarte tranquila ya. Pero el sueño había hablado. No le había dado importancia, y sin embargo sucedió. Luego de eso ya nada era lo mismo. Las actividades que antes realizaba con tanta soltura, tan despreocupada, comenzaron a ser el eje principal en su vida, ahora sólo vivía para buscar ciertos momentos. Era tan feliz y tan triste luego. Tan feliz y tan triste luego.
Comenzó a creer que debería olvidarlo, entonces. Ya no valía la pena. Destruir la historia que había construido en su mente, convenciendose en teoría (pero no es práctica, ésta era la parte complicada), de que todo había sido producto de su imaginación. Las circusntancias la ayudaron, por una o dos semanas, sintió la levedad, el alivio de la levedad de la desaparición de la historia. 
No duró mucho. Volvió a ocurrir. Lugares insólitos, noches que nada dicen, miradas tímidas, y cada uno en sus pensamientos. Pero los cuerpos hablan, también. Listo. Destruir todo y quedarse con la historia.
(No te gusta, no te agrada, de momento, todo lo que no tenga que ver con la historia). La historia. La historia... ¡Y volvió a ocurrir! Que felicidad, se lo contabas a tu plumita, entre las sábanas. Era muy feliz, muy feliz, la historia no existía sólo en su cabeza, y sin embargo... Sabía que algo no estaba bien. La historia la estaba creando ella. ¿Cómo se dibujan las casualidades? ¿Y la última vez? Recordaría siempre la última vez, nunca podría saber si había sido casualidad, o no. No sé si importa, para el caso, tampoco.
Poco a poco plumita, volvés a la plumita. Pues volviste a sentir en carne propia la emoción de la incertidumbre, esa alegría, ese secreto y sonreír. No importa que sea poco tiempo, hace que todo todo todo valga la pena. Es un poco masoquismo, en realidad. Pero eras tan feliz. Yo te apoyo, plumita, es que no quiero que sufras. La historia no es todo, la historia puede terminar con vos. 
Plumita... Ya no hay más sábanas plumita...

jueves, 24 de junio de 2010

tun tun tun tun..

te permití destruir la pluma, por última vez.
por última vez te habrás deslizado sobre las sábanas
sin tocar la pluma.

las sábanas están bien, pero primero es la pluma.
la abandonaste, sin saberlo, la dejaste ir
sin saber que no es tarde aún
para recuperarla.. no la dejes ir, es como
destruirte un poco
(tal vez del todo)
a vos también.

viento helado.

Ya casi no lo veo. No lo pienso. A veces lo veo de lejos. Hace unas semanas me habló. Le respondí. No pude seguir con la cotidianeidad de mis planes. Hoy lo mismo. A veces lloro. A veces disimulo. A veces escondo la cara. Quizás es por eso que no escribo, para negarlo, negarlo todo, sin darme cuenta de que entonces estoy actuando como un conejo enjaulado. Son cosas que pasan, tomar un vino y sonreír. Luego la soledad. El cigarrillo termina de destruir. Destruir, destrucción. Pero son momentos. Al final, siempre vuelve a amanecer. Siempre volvemos a levantarnos. Tengo que volver a mirarte a la cara, y se que un día ya no importará, no importará nada. Mientras tanto, no todo está tan mal. Mientras haya gente, mientras los pájaros canten, el mate esté caliente en invierno, no todo está tan mal ahora y la música...

martes, 25 de mayo de 2010

Lalalalaiieeeuuu

Quizas eran pececitos de colores, los que nadaban en el suelo aguado. Aguado porque había llovido, llovió dos, tres, cuatro noches seguidas, ya no lo recuerdo. Finalmente salió el sol. O no, porque no era el sol, el cielo intentaba amanecer, y en el suelo aguado los pecesitos de colores. Me hubiera gustado tener una cámara fotográfica. No, no sé para qué, no hubiera podido capturar la calle. La calle con los pececitos nadando, nadando en el suelo aguado con las hojas de otoño, mojadas ya, que bailoteaban. No caminaba nadie, sólo yo. Yo acompañada por los pecesitos y las hojas de otoño, que nadaban y bailaban. Que lindo viaje que tuve.

viernes, 14 de mayo de 2010

eeeh

Las ganas de escribir siempre me vienen en momentos inesperados.
No, por mucho que lo fuerce, este no es uno de esos momentos.

sábado, 24 de abril de 2010

todo eso es en vano..

Es que me ha invadido una tristeza de pronto. No puedo hacer oídos sordos a lo que he escuchado. Tampoco puedo escribir al respecto, no claramente al menos. Es lo que me he propuesto desde que tomé este cuaderno y esta lapicera, pero es que no sé que decir. Todo me suena a palabras vacías Palabras tontas, de esas que dice la gente, o que yo digo a veces también, un poco porque hay que (sobre)vivir en sociedad, un porque porque yo soy esa gente, también. No tiene sentido excluírme del resto. No soy un ente aislado.
Pero cómo describir esto que siento, esto que me está pasando, sin recurrir a palabras vacías (palabras que, por cierto, tampoco lo explicarían). Tengo recuerdos. Imágenes en forma de fotografías antiguas, en blanco y negro, las mujeres de pollera larga. Tanto aguante, tanto espíritu, tanto amor, ¡tanta vida!
¿Cómo es posible que todo esto se pierda de pronto? ¿Y cómo hago para entender que no se ha perdido, que aún existe? Existe mientras haya memoria, mientras haya recuerdo, una anécdota y una risita nerviosa, aunque sea sólo un poquito, existe porque tanta vida ha dado sus frutos. Aunque me pierda un poco ahora yo también, y no sepa como continuar. Porque esta música es tan triste, me gustaría llorar pero ya no puedo, y ella que nos va a dejar, y no puedo decir nada, nada, nada puedo decir, nada porque nada tengo para decir, solamente esto que siento, y no voy a llorar digo ahora, porque ha sido tan linda, y lo es, lo es aún y lo seguirá siendo, es hermosa, es hermosísima.

Eugenia

Ay Eugenia, que tonta enfermedad, que inútil, que estúpido, pero enfermedad al fin. Tanto tiempo quisiste estar enferma por enfermedad, y ahora de hecho lo estás. Tan sola y por decision propia, tan enferma y pensás que no es por vos, pero sí es por vos. Estás atrapada y no sabés cómo salir, estás enferma, estás enferma Eugenia; poco a poco es la respuesta.

martes, 20 de abril de 2010

Mmmm

Anoche yo quería escribir algo acá y ahora no me acuerdo qué.

lunes, 29 de marzo de 2010

hey!

Que lo que no te mata te fortalece y yo me voy a comer al mundo.

domingo, 28 de marzo de 2010

ups

El primer domingo que almuerzo ravioles y voy al cine y sin embargo...
(Cuando salí, unas mujeres me preguntaron que me había parecido la película, y el final. Después nos quedamos hablando y pensaban que tenía pinta de "estudiante de cine". En la salida me encontré a un profesor de la facultad, pero este me cae bien. En la parada de colectivo, había un perro triste. Al perro triste lo acaricié hasta que vino el colectivo. En el colectivo, estaban pasando la noventa y siete uno. En casa, lo primero es el mate.)

muerte, chocolatada y muerte

Que desesperante la certeza, hubo tanta incertidumbre, de pronto una leve sospecha, y luego la muerte. Muerte como un cuchillo en la espalda, lentamente fue escuchando las voces que se alzaban y entonces lo comprendió, lo comprendió todo. Muerte. Muerte cuchillo muerte. Una tristeza infinita mientras todos reían, tristeza insuperable y ahora lo peor, esa certeza destructora y ahora ya nada sería igual. Porque junto con el cuchillo (muerte), habían muerto los pequeños instantes que hacían que todo valiera la pena.
Muerte.

lunes, 22 de marzo de 2010

not here anymore.

Y qué hacer ahora con esa desazón, ese desasosiego, era certeza enfermiza e incurable de saber que hoy no estás, la incertidumbre - la que no me alimenta - de no saber si volverás, o qué. Qué. Por qué me siento tan sola de pronto, cómo es que soy la única que lamenta tu ausencia, soledad en el sentimiento por ende. Soledad en el no poder compartir, el habla, los momentos, la quietud de dos que no es uno, dos que es un número par, mi número par quedó marchito y ni un colectivo puede ayudarme ya, pues lo que busco no es un pedazo, porque son dos, dos que no es uno, y no uno que es dos, nunca uno que es dos.
Recuerdo una noche invernal, de esas en las que te pedía un pulover y jugaba a ser un hombre, modificaba mi peinado, mi postura, venía de un círculo asfixiante en el que otro tipo de incertidumbre me consumía (la que justamente me daba vida), y las palabras abrían ese círculo sin siquiera tocarlo, era genial.
Y qué hacer ahora, que hacer hoy, qué hacer mañana, en la espera cotidiana de cinco minutos y el cigarrillo, cinco minutos solamente pero me gustan tanto, y ahora tienen ese sabor amargo, sabor amargo de que no estás, la incertidumbre de no saber qué pasará.

Café de diario

Pero a Sabrina sólo podría verla en sueños. Continuaría con mi rutina de todos los días, y mientras, buscandola con la vista en todas las calles, en todos los cafés por los que pasara, en el cine, en la plaza, en el mar. Pero sólo podría verla en sueños. Porque habría desaparecido ya, lejos mío, no me miraba, y sin mirarme me asesinaba, o tal vez justamente me daba fuerza, voluntad, terrible pero real voluntad de seguir buscandola, enfermizo círculo, buscandola en su mirada, la buscaría en el café, yo tomando café, ella sin mirarme. No la encontraría. 
Llegaría un día, supongo, en que dejaría de buscarla. No estoy seguro, pero pareciera ser que los "y así ocurrió hasta el resto de sus días", sólo son ciertos en los libros y las películas. Y la experiencia empírica me había demostrado lo mismo, años atrás, parecido pero diferente, tan lejano ahora.
Oh Sabrina, vuelve a acomodarme la corbata, Sabrina, ahora comprendo tu dolor, vuelve a acomodarme la corbata en la puerta, sucios, escondiendo las pruebas del delito.

sábado, 20 de marzo de 2010

jueves, 18 de marzo de 2010

Mejor

Me producen muchísima curiosidad las personas que parecen no tener nada que esconder... Algo siempre esconden.

domingo, 14 de marzo de 2010

cuak cuak cuak

A mí si me gustan los domingos, sobre todo si hace frío, el almuerzo son ravioles y voy al cine.
Que lindo, frío.

jueves, 11 de marzo de 2010

duele

hasta los huesos.

Diario de café

El correo a veces no funciona. La carta había llegado tarde, para ser más preciso, tres meses tarde. Mientras me acomodaba la corbata en el espejo, no podía dejar de pensar en qué hubiera ocurrido de haber leído el mensaje a tiempo. No podía dejar de pensar en lo diferente que hubiera sido todo. Y me repetía a mi mismo una y otra vez que había que mirar para adelante, no importa que la carta se haya demorado en el correo, no importa que la carta se haya demorado en el correo...
Lo cierto es que si la carta no se hubiese demorado en el correo, yo hubiera sido mucho más contemplativo. Habría entendido el dolor de Sabrina cuando me citó en el café, la habría tomado de la mano y le habría preguntado cómo estaba, mientras le ofrecía cigarrillos y me preparaba para invitarle el café. Un cortado, siempre pedía lo mismo. Un cortado en jarrito. Y yo que no supe comprender su dolor, actué tan insensiblemente.
Y ahora era tarde. Pero nunca es tarde, intentaba repetirme, una vez acomodada la corbata. En breve Sabrina volvería a citarme en el café, y yo le diría que ahora lo comprendía, ahora comprendía todo. Quería hacerle entender que no estaba sola, que yo iba a estar ahí para lo que ella necesitara, pero no sabía cómo. Nunca me fue fácil eso de hablar o de demostrar cariño. Me había inventado un personaje de mí mismo que no era yo mismo, no realmente, y ahora no sabía como escapar.
Oh Sabrina, se que volveré a verte pronto, Sabrina, y tengo tanto miedo, pero tengo que ser fuerte.

Ayer la embarré, con barro de todos los colores posibles, la embarré y luego no sabía que hacer. Hoy la respuesta llegó a mi a primera hora de la mañana, no está mal pedir disculpas. Pedir disculpas mientras me saco la corbata y siento una enorme liberación. Porque lo cierto es que no me gusta usar corbata.

jueves, 4 de marzo de 2010

la calle es un río

Todo parecía indicar que finalmente había llegado mi turno. Aquello de lo que todos hablaban, lo que los libros contaban, las canciones expresaban, transimitían.. Lo desconocía realmente y sólo podía reírme, me reía a carcajadas y me burlaba un poco también, ¡que poca voluntad propia! ¡qué poca fortaleza! Creer que necesitás algo, que realmente lo necesitás, prefiero pensar que uno no actúa por necesidad (dejando de lado las necesidades corporales, comer, etc) sino por voluntad. Decían que era el corazón y no la razón. Y volvía a reírme. ¿Cómo una parte de vos puede ser más fuerte que otra parte de vos? ¿Cómo podés no controlar, realmente?.. Me reía y en el fondo sabía, siempre supe, que mi risa escondía algo.
Llegó mi turno y lo viví, contenta, caminando bajo la lluvia (justamente no las del invierno). Mas rápidamente lo dejé ir, lo dejé ir todo. Más bien: lo destruí, lo destruí a golpes, a martillazos, a patadas ninja, con violencia física y violencia emocional, lo destruí con un odio y un rencor que no sé muy bien de donde salieron, me urgía asesinarlo. De pronto había quedado muerto..., y como todos los asesinos, yo quedé como la mala de la película. ¿Y todo porqué? Descubrí que aquello no era lo mío, aquello que pensaba que no era lo mío, se me apareció de pronto y me dijo claramente: "así es amiga, no soy lo tuyo".
Igual... Tampoco estoy tan segura. Lo dejé todo, en realidad (pero esto es un secreto de los árboles) por un encantamiento. Cualquiera diría que es un capricho. No, no es un capricho. Es un secreto que creo tener tan bien guardado, que a veces me da miedo de que explote. No quiero que explote y no lo voy a dejar, porque eso significaría exponerme de una manera tan terrible, tan atroz, exponerme aún más de lo que me estoy exponiendo ahora, perder toda intimidad posible, quedar al desamparo, convertirme en un mounstro gris... Arruinar, arruinar todo.

En el medio descubro nuevas cosas. Cosas de las que quizás no todos hablan, pocas canciones manifiestan, la batalla entre los libros está dudosa. Cosas que se sienten de pronto como lo más genuino, lo más espontáneo. Lo que mi voluntad realmente quiere.
Sólo que mi voluntad también quiere otras cosas. Y ahí entra todo el desesperante enrollo de nuevo. Ya no sé, no sé que más hacer, qué decir, que no decir, cómo actuar, qué es lo mejor, qué no conviene, cómo hacer que un día no explote todo. Entonces miro la lluvia, la calle, que se inunda, y es un río que se vuelve a llevar todo, todo se lo lleva, y yo me siento y escribo, la mierda que sea, pero la escribo. Pienso entonces que mientras escriba, mientras no me quiten un papel, una lapicera, no voy a desesperar, voy a encontrar la paciencia que necesito, la sonrisa calma, seguir cantando.

viernes, 26 de febrero de 2010

Pipol .

Ana. Ana no duerme. Pero la Ana que yo solía conocer, sí dormía. Y no dormía plácidamente, oh pequeña Ana cuando se entrecortaba tu respiración en las noches. Te despertabas entre llantos y pataleos. Nunca pudiste superar la pérdida. Yo te decía que perdidas había muchas, pero que también había ganancias, y vos seguías llorando la pérdida. Me tachabas de insensible. Puede que lo fuera un poco.
Ana tocaba el piano. Tocaba el piano como los dioses. Recuerdo una noche de primavera, hace varios años ya, una de esas noches en las que comenzaba a hacer calor y a veces nos quedabamos tomando unos mates amargos en el balcón del departamento. Pero esta noche no había mates, era el concierto, oh Ana, pequeña Ana, dormías y se notaban tus nervios hasta en tu corto cabello y tus rulos desordenados. La noche del concierto /////////

Yo (2)

Luego de dar vueltas tres horas en la cama (el insomio siempre ataca, sobre todo cuando no dejo de tomar mate y/o café en todo el día, o cuando me despierto muy tarde), me puse las zapatillas, el pulover marrón, y una bufanda arriba del pijama amarillo, y salí a fumar un pucho en la entrada de casa. El primer cigarrillo del insomio (recuerdo un cuento de Cortázar en que era el tercero). Sentada en el primer escalón y viendo al día amanecer (que ves el cielo...), volvió a aparecer el gatito naranja, yo ya lo considero mi amigo, no sé. Esta vez no le dí comida y agua, sólo amor. El gato me busca, me busca y me ronronea, me ronronea y me ronronea. (¿ME ronronea? Bueno, no. Sólo ronronea). En una de esas caricias, el gato me ataca y me rasguña. Yo me río. Lo sigo acariciando. El sigue ronroneando.
Apareció en mi una idea bastante tonta, pero son esas ideas tontas de madrugada que... Alguien me dijo una vez que prefería los perros a los gatos, que los perros eran súper compañeros, y los gatos eran más bien traicioneros. Yo pienso luego que los perros son tan estúpidos (también son lindos, sí, y juego con ellos, y en mi casa vive ahora un nuevo perro que se llama "perro", como Picachu, que se llamaba "Picachu"), tan seguidores incondicionalmente, tan ciegos. Me gustan más los gatos. Son más independientes, hacen la suya, se la arreglan. Y cuando ronronean es lo más lindo que hay. Te pueden rasguñar, sí. Y bueno. Sus motivos tendrán. Entonces pienso que yo soy medio como un gato también, tengo el ronroneo fácil (?), pero puedo rasguñar cuando tenga ganas. Y rasguño. Y traiciono. Y me río, ¡porque no es traición! ¡Nunca es traición! A lo sumo será un juego. O un mecanismo de defensa. O el contemplar todo el tiempo la idea de cambio, porque nada es eterno, y cualquier cosa puede aparecer. Pero si ellos lo quieren llamar así, "traición", es lo mismo, son términos. Mis motivos tendré.
El cigarrillo llega a su fin, pienso que finalmente va a llegar el sueño, no gato, no gatito naranja, no podés entrar a la casa... Nos veremos una de estas noches, vos vas a seguir ronroneando, y los dos vamos a disfrutrar. Porque no es un juego de uno, es un juego de dos.

Yo (1)

Cuando era chica, le solía preguntar a mi mamá por la existencia de Dios. Es increíble, para todo tenía una respuesta. Una vez le pregunté que si Dios existía, porqué había creado a los piojos (la pregunta por las guerras y el hambre ya había sido hecha, eh). Me dijo que Dios se aseguraba así de que las madres pasaran tiempo con sus hijas, despiojandolas (????).

otro fragmento (pero este ya me lo había olvidado)

"...Pero sufrir por la vida, oh, sí; en eso tengo experiencia. Tu te asombras de que yo se bailar y me arreglo tan perfectamente en la superficie de la vida. Y yo, amigo mío, me asombro de que tu estés tan desengañado del mundo, hallándote en tu elemento precisamente en las cosas más bellas y profundas, en el espíritu, en el arte, en el pensamiento. Por eso nos hemos atraído mutuamente, por eso somos hermanos. Yo te enseñaré a bailar y a jugar y a sonreír y a no estar contento, sin embargo. Y aprenderé de tí a pensar y a saber y a no estrar satisfecha, a pesar de todo. ¿Sabes que los dos somos hijos del diablo?.."

de "El lobo estepario", Herman Hesse.

lunes, 22 de febrero de 2010

imagen

estoy del lado izquierdo, atrás mío se encuentra el portón del garage, adelante las rejas verdes (mano izquierda, la casa de rejas). del lado izquierdo está el humo, y la humedad está en todas partes, veo las rejas, el candado, el cielo gris - pero no en primavera. la lluvia cae lentamente, el auto blanco lo veo a la izquierda también. ahora pienso que si fuera una fotografía, quizás debería estar del lado derecho el humo. ah, no, porque del lado derecho está el árbol, con sus hojas verdes porque todavía no es otoño. llueve y no camina nadie por la vereda, pasan los autos, pasa la lluvia, sonrío (todo muy personalista esto che... y bueno!) porque no me había dado cuenta hasta ahora lo familiar que me es esa imagen, en los mediodías cerca de la hora de almorzar, cuando el mate ya comienza a lavarse pero da fiaca cambiar la yerba, y ese recuerdo que no aparece precisamente en las madrugadas, sino a primera hora de la mañana, porque es lo primero en lo que pienso, todos los días al despertarme. (bueno esto último es mentira, pero suena bonito decirlo =))

domingo, 21 de febrero de 2010

azul oscuro

tengo una caja de cigarrillos guardada desde el 23 de junio del 2008, en el primer cajón de mi escritorio. tengo un escritorio viejo, muy viejo, que está un poco roto y era de mi hermana mayor, cuando era chica. tengo fotos de cuando eramos chicos, muchas fotos, hay muchas fotos en mi casa. también hay un espejo. Teresa solía mirarse al espejo y pensar que lo que veía que era la más genuina representación de su alma (no me gusta la palabra "alma", en todo caso de vez en cuando digo "espíritu", pero Teresa pensaba en su alma). tan absurdo, pensar que en la fina línea de su nariz, se encontraba el reflejo de todo lo que pensaba y de todo lo que sentía (de todo lo que sentipensaba). en realidad, más tarde descubrí que era otra cosa, una consecuencia digna de una conclusión bastante freudiana y por eso me cae mal, Teresa solía mirarse al espejo porque la madre le había enseñado a tener vergüenza de su propio cuerpo, entonces, cuando la madre no estaba, Teresa se miraba al espejo.
tengo un cd de Serú Girán y la canción "llorando en el espejo" no es de mis preferidas, pero igual me gusta mucho. llorando en el espejo y no puedo ver. 
tengo la hoja de un árbol desde el septiembre pasado, sí, creo que fue septiembre. caminé con esa hoja en la mano (mano azul) durante horas y horas, y cuando llegué a mi habitación con ocho colores y ocho círculos, estuve un buen tiempo hasta decidirme donde guardarla. fue arriba de la caja con el dibujo del unicornio. en realidad, la hoja no era lo deseado, aunque sí le guardo mucho cariño, porque la hoja representaba a la oruga. la oruga desaparece en verano, pero yo también desaparezco en verano. lo deseado era la clave de sol. el corazón quedó olvidado, creo que lo perdí, o quizás lo guardé en un lugar que ya no me acuerdo. la clave de sol, seguramente, también estará olvidada o perdida...
tengo música que no es mía. la solía escuchar y ahora no más, ahora escucho otra música. esa música, que está ahí, la observo de vez en cuando pero ya no sonrío. hubo tantas sonrisas y de pronto hay tanto desprecio. no entiendo al desprecio, no hay motivo, aunque en realidad sí, puedo hacer una lista infinita de los motivos que llevaron a mi resolución, en un principio tan dudada, ahora tan segura de mí misma. ¡me fortalecí! (de alguna u otra manera, bueno).
tengo tanta necesidad de escribir escribir escribir escribir y escribir, aunque parezca que no diga nada. y cuando pienso como escribo, inmediatamente me pongo contenta y a veces salto (quiero volar!). tengo una risa descomunal frente a la moral, frente a tu vaso de agua, frente a la condena a la mentira. y acabo de borrar un parráfo porque fin.

nunca nunca nunca me pude olvidar de este fragmento.

"Para Sabina, vivir en la verdad, no mentirse a sí mismo, ni mentir a los demás, sólo es posible en el supuesto de que vivamos sin público. En cuanto hay alguien que observe nuestra actuación, nos adaptamos, queriendo o sin querer, a los ojos que nos miran y ya nada de lo que hacemos es verdad. Tener público, pensar en el público, eso es vivir en la mentira. Sabina desprecia la literatura en la que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo, piensa Sabina. Y la persona que se priva de ella voluntariamente, es un monstruo. Por eso Sabina no sufre por tener que ocultar su amor. Al contrario, sólo así puede vivir en la verdad."

De "La insopotable levedad del ser", de Milan Kundera.

probando 1, 2, 3...

hola (me encanta esa palabra)
(es como una puerta).