viernes, 25 de junio de 2010

recuerdos del futuro .


La historia sólo existía en su cabeza. Nadie más lo sabía, nunca, nadie, de hecho, lo iba a saber. Quizás incluso porque era todo un invento. Un invento producto de una noche, una como tantas otras, podría haber sido, pero no. Lo que nunca olvidaría sería ese sueño, el sueño de la noche anterior le había contado que algo había cambiado. Plumita, sábana, fiesta, sueño, ¿qué pasa aquí? No te gusta, no te agrada, querés tu plumita y quedarte tranquila ya. Pero el sueño había hablado. No le había dado importancia, y sin embargo sucedió. Luego de eso ya nada era lo mismo. Las actividades que antes realizaba con tanta soltura, tan despreocupada, comenzaron a ser el eje principal en su vida, ahora sólo vivía para buscar ciertos momentos. Era tan feliz y tan triste luego. Tan feliz y tan triste luego.
Comenzó a creer que debería olvidarlo, entonces. Ya no valía la pena. Destruir la historia que había construido en su mente, convenciendose en teoría (pero no es práctica, ésta era la parte complicada), de que todo había sido producto de su imaginación. Las circusntancias la ayudaron, por una o dos semanas, sintió la levedad, el alivio de la levedad de la desaparición de la historia. 
No duró mucho. Volvió a ocurrir. Lugares insólitos, noches que nada dicen, miradas tímidas, y cada uno en sus pensamientos. Pero los cuerpos hablan, también. Listo. Destruir todo y quedarse con la historia.
(No te gusta, no te agrada, de momento, todo lo que no tenga que ver con la historia). La historia. La historia... ¡Y volvió a ocurrir! Que felicidad, se lo contabas a tu plumita, entre las sábanas. Era muy feliz, muy feliz, la historia no existía sólo en su cabeza, y sin embargo... Sabía que algo no estaba bien. La historia la estaba creando ella. ¿Cómo se dibujan las casualidades? ¿Y la última vez? Recordaría siempre la última vez, nunca podría saber si había sido casualidad, o no. No sé si importa, para el caso, tampoco.
Poco a poco plumita, volvés a la plumita. Pues volviste a sentir en carne propia la emoción de la incertidumbre, esa alegría, ese secreto y sonreír. No importa que sea poco tiempo, hace que todo todo todo valga la pena. Es un poco masoquismo, en realidad. Pero eras tan feliz. Yo te apoyo, plumita, es que no quiero que sufras. La historia no es todo, la historia puede terminar con vos. 
Plumita... Ya no hay más sábanas plumita...

1 comentario:

Paula dijo...

Lu, no me había detenido a leer esto, pero ahora tengo un rato y, mierda... me encanta.