domingo, 21 de febrero de 2010

azul oscuro

tengo una caja de cigarrillos guardada desde el 23 de junio del 2008, en el primer cajón de mi escritorio. tengo un escritorio viejo, muy viejo, que está un poco roto y era de mi hermana mayor, cuando era chica. tengo fotos de cuando eramos chicos, muchas fotos, hay muchas fotos en mi casa. también hay un espejo. Teresa solía mirarse al espejo y pensar que lo que veía que era la más genuina representación de su alma (no me gusta la palabra "alma", en todo caso de vez en cuando digo "espíritu", pero Teresa pensaba en su alma). tan absurdo, pensar que en la fina línea de su nariz, se encontraba el reflejo de todo lo que pensaba y de todo lo que sentía (de todo lo que sentipensaba). en realidad, más tarde descubrí que era otra cosa, una consecuencia digna de una conclusión bastante freudiana y por eso me cae mal, Teresa solía mirarse al espejo porque la madre le había enseñado a tener vergüenza de su propio cuerpo, entonces, cuando la madre no estaba, Teresa se miraba al espejo.
tengo un cd de Serú Girán y la canción "llorando en el espejo" no es de mis preferidas, pero igual me gusta mucho. llorando en el espejo y no puedo ver. 
tengo la hoja de un árbol desde el septiembre pasado, sí, creo que fue septiembre. caminé con esa hoja en la mano (mano azul) durante horas y horas, y cuando llegué a mi habitación con ocho colores y ocho círculos, estuve un buen tiempo hasta decidirme donde guardarla. fue arriba de la caja con el dibujo del unicornio. en realidad, la hoja no era lo deseado, aunque sí le guardo mucho cariño, porque la hoja representaba a la oruga. la oruga desaparece en verano, pero yo también desaparezco en verano. lo deseado era la clave de sol. el corazón quedó olvidado, creo que lo perdí, o quizás lo guardé en un lugar que ya no me acuerdo. la clave de sol, seguramente, también estará olvidada o perdida...
tengo música que no es mía. la solía escuchar y ahora no más, ahora escucho otra música. esa música, que está ahí, la observo de vez en cuando pero ya no sonrío. hubo tantas sonrisas y de pronto hay tanto desprecio. no entiendo al desprecio, no hay motivo, aunque en realidad sí, puedo hacer una lista infinita de los motivos que llevaron a mi resolución, en un principio tan dudada, ahora tan segura de mí misma. ¡me fortalecí! (de alguna u otra manera, bueno).
tengo tanta necesidad de escribir escribir escribir escribir y escribir, aunque parezca que no diga nada. y cuando pienso como escribo, inmediatamente me pongo contenta y a veces salto (quiero volar!). tengo una risa descomunal frente a la moral, frente a tu vaso de agua, frente a la condena a la mentira. y acabo de borrar un parráfo porque fin.

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