viernes, 26 de febrero de 2010

Pipol .

Ana. Ana no duerme. Pero la Ana que yo solía conocer, sí dormía. Y no dormía plácidamente, oh pequeña Ana cuando se entrecortaba tu respiración en las noches. Te despertabas entre llantos y pataleos. Nunca pudiste superar la pérdida. Yo te decía que perdidas había muchas, pero que también había ganancias, y vos seguías llorando la pérdida. Me tachabas de insensible. Puede que lo fuera un poco.
Ana tocaba el piano. Tocaba el piano como los dioses. Recuerdo una noche de primavera, hace varios años ya, una de esas noches en las que comenzaba a hacer calor y a veces nos quedabamos tomando unos mates amargos en el balcón del departamento. Pero esta noche no había mates, era el concierto, oh Ana, pequeña Ana, dormías y se notaban tus nervios hasta en tu corto cabello y tus rulos desordenados. La noche del concierto /////////

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