jueves, 4 de marzo de 2010

la calle es un río

Todo parecía indicar que finalmente había llegado mi turno. Aquello de lo que todos hablaban, lo que los libros contaban, las canciones expresaban, transimitían.. Lo desconocía realmente y sólo podía reírme, me reía a carcajadas y me burlaba un poco también, ¡que poca voluntad propia! ¡qué poca fortaleza! Creer que necesitás algo, que realmente lo necesitás, prefiero pensar que uno no actúa por necesidad (dejando de lado las necesidades corporales, comer, etc) sino por voluntad. Decían que era el corazón y no la razón. Y volvía a reírme. ¿Cómo una parte de vos puede ser más fuerte que otra parte de vos? ¿Cómo podés no controlar, realmente?.. Me reía y en el fondo sabía, siempre supe, que mi risa escondía algo.
Llegó mi turno y lo viví, contenta, caminando bajo la lluvia (justamente no las del invierno). Mas rápidamente lo dejé ir, lo dejé ir todo. Más bien: lo destruí, lo destruí a golpes, a martillazos, a patadas ninja, con violencia física y violencia emocional, lo destruí con un odio y un rencor que no sé muy bien de donde salieron, me urgía asesinarlo. De pronto había quedado muerto..., y como todos los asesinos, yo quedé como la mala de la película. ¿Y todo porqué? Descubrí que aquello no era lo mío, aquello que pensaba que no era lo mío, se me apareció de pronto y me dijo claramente: "así es amiga, no soy lo tuyo".
Igual... Tampoco estoy tan segura. Lo dejé todo, en realidad (pero esto es un secreto de los árboles) por un encantamiento. Cualquiera diría que es un capricho. No, no es un capricho. Es un secreto que creo tener tan bien guardado, que a veces me da miedo de que explote. No quiero que explote y no lo voy a dejar, porque eso significaría exponerme de una manera tan terrible, tan atroz, exponerme aún más de lo que me estoy exponiendo ahora, perder toda intimidad posible, quedar al desamparo, convertirme en un mounstro gris... Arruinar, arruinar todo.

En el medio descubro nuevas cosas. Cosas de las que quizás no todos hablan, pocas canciones manifiestan, la batalla entre los libros está dudosa. Cosas que se sienten de pronto como lo más genuino, lo más espontáneo. Lo que mi voluntad realmente quiere.
Sólo que mi voluntad también quiere otras cosas. Y ahí entra todo el desesperante enrollo de nuevo. Ya no sé, no sé que más hacer, qué decir, que no decir, cómo actuar, qué es lo mejor, qué no conviene, cómo hacer que un día no explote todo. Entonces miro la lluvia, la calle, que se inunda, y es un río que se vuelve a llevar todo, todo se lo lleva, y yo me siento y escribo, la mierda que sea, pero la escribo. Pienso entonces que mientras escriba, mientras no me quiten un papel, una lapicera, no voy a desesperar, voy a encontrar la paciencia que necesito, la sonrisa calma, seguir cantando.

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