viernes, 26 de febrero de 2010

Yo (2)

Luego de dar vueltas tres horas en la cama (el insomio siempre ataca, sobre todo cuando no dejo de tomar mate y/o café en todo el día, o cuando me despierto muy tarde), me puse las zapatillas, el pulover marrón, y una bufanda arriba del pijama amarillo, y salí a fumar un pucho en la entrada de casa. El primer cigarrillo del insomio (recuerdo un cuento de Cortázar en que era el tercero). Sentada en el primer escalón y viendo al día amanecer (que ves el cielo...), volvió a aparecer el gatito naranja, yo ya lo considero mi amigo, no sé. Esta vez no le dí comida y agua, sólo amor. El gato me busca, me busca y me ronronea, me ronronea y me ronronea. (¿ME ronronea? Bueno, no. Sólo ronronea). En una de esas caricias, el gato me ataca y me rasguña. Yo me río. Lo sigo acariciando. El sigue ronroneando.
Apareció en mi una idea bastante tonta, pero son esas ideas tontas de madrugada que... Alguien me dijo una vez que prefería los perros a los gatos, que los perros eran súper compañeros, y los gatos eran más bien traicioneros. Yo pienso luego que los perros son tan estúpidos (también son lindos, sí, y juego con ellos, y en mi casa vive ahora un nuevo perro que se llama "perro", como Picachu, que se llamaba "Picachu"), tan seguidores incondicionalmente, tan ciegos. Me gustan más los gatos. Son más independientes, hacen la suya, se la arreglan. Y cuando ronronean es lo más lindo que hay. Te pueden rasguñar, sí. Y bueno. Sus motivos tendrán. Entonces pienso que yo soy medio como un gato también, tengo el ronroneo fácil (?), pero puedo rasguñar cuando tenga ganas. Y rasguño. Y traiciono. Y me río, ¡porque no es traición! ¡Nunca es traición! A lo sumo será un juego. O un mecanismo de defensa. O el contemplar todo el tiempo la idea de cambio, porque nada es eterno, y cualquier cosa puede aparecer. Pero si ellos lo quieren llamar así, "traición", es lo mismo, son términos. Mis motivos tendré.
El cigarrillo llega a su fin, pienso que finalmente va a llegar el sueño, no gato, no gatito naranja, no podés entrar a la casa... Nos veremos una de estas noches, vos vas a seguir ronroneando, y los dos vamos a disfrutrar. Porque no es un juego de uno, es un juego de dos.

1 comentario:

Paula dijo...

Es hermoso. Todo lo que está dentro tuyo y todo lo que encarnás es genial.
Al comentario de que los gatos son traicioneros, yo siempre contesto (nunca con palabras, quizás no me animo a discutir las cosas ya determinadas por la sociedad) que el gato siempre sabe decirte cuándo te va a arañar, cuándo de repente se va a escapar de tu casa, cuándo no quiere que lo acaricies más. Pero vos, simple, mediocre y mundano humano, no sabés interpretar su mensaje. Sólo porque está un poquito más allá de tus ojos, o de tus oídos que buscan un claro y real "me voy", "no me toques más".
Vos pensá, cómo tantas veces odiamos algo que nos está pasando, e intentamos de mil formas, quizás inconcientemente, ponerlo en claro. Y nadie se da cuenta, porque el mundo está tan mal armado... Mal armado para los gatos.
Cada día te quiero más, y te querré más por cada nota tuya que lea :)