miércoles, 8 de septiembre de 2010

1. (...)


Esto no será fácil. No pretendo que lo sea, tampoco estoy apurada por terminarlo. Quizás, de hecho, todavía dude de las conveniencias de esto, pues la experiencia me ha demostrado, una y otra vez, que al escribir algo ya no puedo olvidarlo más. Cuando escribo, lo que escribo se me hace propio, es una forma de reafirmar todo lo que soy, todo lo que veo, todo lo que creo. Una vez que se ha escrito ya no hay vuelta atrás. Ya no hay olvido posible. Y si el no-olvido significa el recuerdo, y si el recuerdo significa las lágrimas, llegará un momento en que las lágrimas ya no signifiquen sólo la angustia. Y es que siento una necesidad muy profunda, si tendrá futuro no lo sé, el límite de sus alcances tampoco.
Basta ya. No tengo porqué ni pretendo justificarme. Quiero entrar.

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