jueves, 21 de abril de 2011

¡ !

Quiero contarte algo. Fue ayer. La noche anterior no había podido dormir - los tiempos se confundieron, y en un momento dos más dos no fue cuatro. Entré a tu cuarto; no, es cierto, no golpeé la puerta. Perdón. Pero entré, me gusta ahí porque es tan confortable, nunca hace frío. Dormías plácidamente sobre la cama, casi parecía que sonreías. Pero te caíste. Juro que te caíste. No, no entendés. No te caíste de la cama, te caíste en otro lado, te fuiste lejos no sé, te hundiste. Eso es, te hundiste. Fue como si hubieras desaparecido. No sabía si era el sueño o yo, quiero decir, vos, o yo, o el sueño, me estoy confundiendo de nuevo, no sé cuánto es dos más dos, en el primer grado de la escuela era el peor alumno. Una vez hundida te busqué, te busqué y te encontré ahí lejos, debajo, muy por debajo, tan chiquita te veías y seguías durmiendo. Es cierto, debo haberme quedado dormido, quizás fue todo un sueño porque ahora estás acá, pero, ¿ves?: La cama tiene un agujero.

Pero bueno, no importa, no te pongas así bonita. Se está tan confortable acá.

No hay comentarios: