viernes, 29 de abril de 2011

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Por las noches me es imposible dormir. Me invaden los recuerdos. Me persiguen los fantasmas del pasado. He de confesarlo, nunca leí Funes el memorioso. Yo no me acuerdo todo. No me acuerdo todo lo que está en los libros, por ejemplo, no me acuerdo de que tratan las novelas que recomiendo, porque en algún momento leí, y mucho menos me acuerdo de que aquello que, alguna vez en el tiempo, estudié para el examen de mañana. Pero sí me acuerdo de las fechas, de la sucesión de acontecimientos, allá por julio, de los colectivos, las esperas, la incertidumbre, cuando me preparaba por horas y horas. Nunca te lo conté, eran horas y horas. Me acuerdo de todo con sumo detalle, tanta precisión, para qué. Para no poder dormir por las noches. Me acuerdo de mis amantes, por ejemplo, pero es indiferente. También me acuerdo de los juegos en la vereda con las amigas de la primera, el funeral del tío Lorenzo, el primer día de clases, la cara de mi madre el día que volví de viaje. Hoy me acuerdo de mis amantes, ninguno vive ya, el día de hoy, al menos no de la misma manera. Juan sonreía con la cabeza baja. Era una sonrisa tímida. El 23 de abril es el día del aniversario de la muerte, y el 11 de noviembre el último día que lo vi. Los recuerdos perduran en forma de un sueño surrealista, una pregunta que nunca fue contestada. Nunca pude mantener una conversación seria con él, aunque yo estaba segura, tan segura de que nos entendíamos, quizás en otro nivel. Me acuerdo de Juan, claro, como olvidarme, pero también me acuerdo de Esteban, ay Esteban, perdón por nunca haberte comprendido. Esa culpa inútil que queda, como todas las culpas, que son tan inútiles, culpas que carcomen de madrugada. Y Franco. Franco que me pasa por al lado y me esquiva la mirada, ¿y yo que te hice? Saludame, idiota. Laura que me dice que tengo que salir del encierro, tomar un poco de aire fresco, conocer nuevas personas, hacerme nuevxs amigxs. Una revista "femenina" me dice algo parecido: que mire a los ojos a la gente cuando les hablo. Que no me cruce de piernas o de brazos cuando lo haga. Y me río, es tan gracioso, yo siempre me cruzo de piernas o de brazos cuando les hablo, y esas revistas son tan patéticas. Ahora encima Marcos que se junta con Franco, y yo ya no entiendo nada. Estoy convencida de que hay una lista de reglas, reglas simples, reglas que todo el mundo conoce y yo no. Como un manual para aprender a comunicarse con las personas. Todos mis actos comunicativos no son más que intentos desesperados de defenderme ante el mundo que me rodea. No es más que un mecanismo de defensa, sonreír, mantener una conversación aparentemente descuidada, a veces hasta ser simpática. Pero lo cierto es que me parece todo tan absurdo, sobre todo ahora, en la madrugada, no me puedo dormir, sigo dando vueltas en la cama. Prendo la luz. Me enciendo un cigarrillo. Porque todos los días son lo mismo, es una obra de teatro, actuaciones, actuaciones y una actuación tras otra, simultáneas, opuestas, pausadas, lo que sea. Hasta las manifestaciones más sinceras no dejan de ser simples escenas en obras de teatro repetidas, obras al que el espectador está acostumbrado, sólo que ya se ha olvidado. Laura que me dice que tengo que ser más sociable, y yo que pienso en construirme otra historia. Con nuevos personajes y lejos de los clichés que ya me tienen harta. Escaparme, irme a un lugar donde pueda dormir por las noches. Donde no recuerde ni la cara de mi madre el día que volví de viaje, ni el funeral del tío Lorenzo, un lugar donde duerma sin recordar nada, un lugar donde ya no más Juan, Franco, Esteban, ya no más Marcos que ahora se junta con Franco y yo que no entiendo nada, a mí que me falta el manual, que alguien comparta las reglas. 

3 comentarios:

vientos de cambio dijo...

dos cosas:
1> la memoria está regida por un patrón indefinible que trae lo que quiere y lo que no. todo lo que pasa forma parte de ella pero no se desvela. es como aprender a leer y no poder dejar de leer una palabra que aparece al frente de los ojos. el tema es que en la memoria no se sabe quien decide lo que debe recordarse.
2> existen lugares donde las relaciones humanas no necesitan de máscaras. el tema es que uno tiene que saber cuáles son las de uno para dejarlas de lado y acudir a esos lugares. seguramente sean lejos de la ciudadestumor del planeta.

Anónimo dijo...

Recordar siempre trae el problema de los pensamientos torturantes en el momento previo a cerrar los ojos. Tampoco creo que haya una manera correcta de usar nuestros personajes, tal vez sea cuestión de probar cual de todos nos ayuda a dormir por las noches

Crista de Arco dijo...

Hola! Paseando y paseando llegué aquí y me alegro!

Te leí de principio a fin, al menos en esta "página principal".

Te sigo.

Hablando de máscaras; yo tengo dos:
Una dark: From my forest *
http://pajaronegro.77.blogspot.com

Y otra beat: Soplando en el viento *
http://vientosvarios.blogspot.com

Un beso o 2 *